CAPITULO XLIII: Mi primera vez.

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El guardia de estacionamiento pidió a Harry las llaves de su auto para poder estacionarlo mejor. Harry tomo mi mano y subimos hasta la suite presidencial que siempre pedía para él cuándo venía a San Francisco. Iba a ser la primera vez que subiría junto a Harry.

— Te tapare los ojos. –Dijo una vez dentro del ascensor sacando una tela negra de su bolsillo.

— Pero...

— Shh. –susurro en mi oído haciéndome estremecer.


Tenía la guardia baja. Estaba ansiosa por saber que había preparado para mí. No solía ser el más detallista, pero cuando lo hacía, en verdad se esforzaba.

Sentí las puertas del ascensor abrirse y una brisa golpeo mi rostro levantando mi cabello de lado a lado. Harry me llevaba de la cintura y de la mano para no caerme, siendo así, me generaba confianza.

— ¿Ya vamos a llegar? -Pregunte ansiosa.

— Solo unos cuantos metros más.

Mis manos comenzaron a tantear las cosas a mí alrededor y Harry solo reía al notar mi impaciencia.

— ¿Lista?

Asentí sin decir alguna otra palabra, y justo antes de quitarme la venda, escuché una puerta abrirse en frente mío soltando un delicioso aroma a rosas.

Harry se puso detrás de mí, y aun sin quitarme la venda comenzó a dejar besos por mi cuello haciéndome relajar el cuerpo por completo. Lamió, besó y mordió tan bien que estaba segura que me dejaría morir del placer en sus brazos.

Los vellos de mis brazos comenzaron a levantarse como si yo hubiese dado la orden., y mi centro comenzó a palpitar dándome ganas de quitarme la maldita.


— Sorpresa...

Comenzó a desatar la venda para que al fin mis ojos puedan ver lo que se traía en manos, y cuando los puse en funcionamiento, los pétalos de rosas adornaban en forma de corazón el piso de la suite. La luz amarilla dominaba toda la habitación por las luces brillantes de las velas que acompañaban a las rosas; también había una manta extendida y unas cuantas almohadas a pocos metros de las parpadeantes luces. Harry comenzó a caminar hasta la cocina quitándose la camisa lentamente.

— ¿Harry? –Dije siguiéndolo.

— Solo somos tú y yo. –Respondió volviendo hacia mí con dos copas de vino.

— Harry esto es... Hermoso.

— Tú eres hermosa.


Dejó las copas sobre la mesa y tomándome de la cintura junto mi cuerpo con el de él y comenzó a besarme desde el cuello hasta las clavículas.

Mis dedos comenzaron a deslizarse por su torso desnudo, tanteado todos y cada uno de los tatuajes que tenía en su cuerpo.

Lentamente comenzó a desabotonar mi blusa y cuando por fin estuvo completamente abierta con mi brassier a su vista, caminamos hasta la manta que estaba extendida para terminar de desvestirnos. Sus labios viajaban desde mi mentón hasta mis senos aun cubiertos. Era una sensación que lentamente hacia que me desplomara.

Sin bajar la mirada de mis ojos, comenzó a quitarse el jean al mismo tiempo en que yo lo hacía con el mío, y nuevamente se acercó hacia mí para besarme pero esta vez posicionándome debajo de él. Nuestras prendas poco a poco comenzaron a humedecer así que lo único que sobraba en nuestra escena, eran sus estúpidos boxers, mis bragas y brassier.

Mi primera vezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora