Las manos me temblaban, y a pesar de que tenía guantes, aun sentía mis dedos totalmente fríos. Estaba nerviosa, como nunca.
Pedí un cappuccino con mucha crema para tratar de calmar mi ansiedad, pero no funciono, ni siquiera pudo calentarme de mi frio corporal.
Brooklyn llevaba exactamente diez minutos tarde, y no me sorprendió, la verdad siempre había sido así.
Miraba por la ventana una y otra vez, hasta que apareció. Desde lejos supo que lo estaba observando, así que se avergonzó un poco y bajo la cabeza caminando con una pequeña sonrisa de medio lado. Se veía muy apuesto.
— No sabes cuánto siento el haberme tardado tanto es solo que...
— Entiendo. -Lo interrumpí. No quería saber que estaba haciendo antes de venir, y mucho menos si sabía que tenía una toalla atada a su cintura y a una tipa desesperada llamándolo desde su habitación cuando fui a buscarlo.
— Estas... cambiada. -Sonrió- Pensé que no volverías a hablarme.
— Fuiste tu quien desapareció, aunque fue una buena lección el que te hayas ido, aprendí muchas cosas. -Dije moviendo la cucharita dentro de la taza.
— ¿Así? ¿Cómo cuáles? -Uso su mirada posesiva y la típica cruzada de manos sobre la mesa. Me avergonzó por completo.
— Que no debo enamorarme ni entregar mi amor a cualquiera porque nunca terminaremos de conocer a una persona, solo así le estas dando el poder de destruirte, por completo.
Hubo un pequeño silencio, pero Brooklyn me escuchaba atentamente. Sabía que me diría algo.
— Te dejó... ¿no es así?
Asentí.
— Emma yo...
— No es necesario que lo digas. Ya lo sé. Sé que dirás que soy una estúpida encaprichada por haberme metido con alguien casado y a punto de ser padre. Fue una de las peores cosas que pude hacer en toda mi jodida vida, y no sabes cuánto me arrepiento de haberme metido con ese bastardo hijo de...
— Emma, Emma... -Me calmo tomando mis frías manos- Estas hablando con rencor, no con el corazón. Ambos sabemos que estuviste muy enamorada, y cuando eso sucede simplemente dices cosas por decir cuando estás herida, aun sabiendo que si lo ves ya mismo justo detrás de mí, te vuelves vulnerable. Todos tenemos esa persona especial o porque otro motivo crees que te abrí la puerta de mi apartamento.
Esta vez no sabía que decir. Me había quedado congelada ante sus palabras. Tal vez era hora de escuchar a un hombre, y que mejor que el que me conoce hace cinco años. Ethan me aconsejaba y fue una de las personas que no permitió que no me derrumbase, pero aparte de fiestas, shopping y buffet, necesitaba a alguien que frenara todo lo que pasaba por mi cabeza cuando el odio azotaba mi alma. Melannie y Lilly ni que decir; ellas con un par de insultos a Harry "me hacían sentir mejor" pero en realidad no ayudaba mucho, solo lograba alimentar algo que era irreal porque fuera lo que fuera, Harry siempre seria esa persona especial para mí, como yo lo soy para Brooklyn.
Todos tenemos a alguien que por más insultos que reciba de nuestra parte, siempre será el famoso talón de Aquiles o... nuestra primera vez, y no me refiero al primer amor, me refiero al amor que perdurara por siempre en tu vida, así estés casado, tengas hijos o mil amantes.
— ¿Cómo es posible que después de todo aun sigas aquí, conmigo? –Pregunte con los ojos brillantes.
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Mi primera vez
Fanfic"- Hubiera sido mejor si no hubieses estado casado. - Nunca habría pasado si no hubiera estado casado."