CAPITULO III: Hola, Harry

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Al día siguiente, llame a Lilly no solo para que almorzara conmigo aprovechando que era su día de descanso, también la llame para contarle lo sucedido la noche anterior.
Estaba nerviosa por como reaccionaria mi amiga, pero no tenía a quien más contarle. Solo la tenía a ella y a Melannie quien gastó toda su noche molestándome sobre el tema.


— ¿Por qué tanto misterio? –Dijo Lilly cerrando la puerta del apartamento. Acaba de llegar.

— ¿Te acuerdas de que una vez te conté sobre Harry?

— ¿Harry? ¿El de cabello rizado, ojos dominantes y el que es un tigre en la cama? Si, lo recuerdo.

No recuerdo habérselo descrito de esa forma, o tal vez si, en uno de mis arranques sinceros en estado de ebriedad.

— Ayer saliendo de tu trabajo, me encontré con él de casualidad.

Lilly quedo en blanco. Había abierto tanto los ojos que estoy segura que en cualquier momento podrían salirse. Mi amiga sabía lo importante que había sido Harry para mí.

Comencé a contarle detalle por detalle cómo nos habíamos reencontrado Harry y yo, y como volvimos a hacerlo anoche en el bar.

— Pero hay un problema, o bueno no, o quizás si, ahh Lilly no sé.

— Dime con confianza, tal vez pueda ayudar.


No.

Nada tenía arreglo.


— Está casado.

Lilly alzó una ceja y tomo un sorbo del vaso de agua que le había traído.

— Pues eso si es malo.


Pésimo.


— Espera, eso no es todo –Dije haciendo sonar mis dedos con un pegajoso ritmo contra la mesa.

— Bien, soy toda oídos.

— Sera papá.


Lilly escupió toda el agua sobre mi ropa. Fue asqueroso y gracioso a la vez.


— ¿¡QUE!? –Dijo limpiándose– es una jodida broma, ¿verdad?

Negué con la cabeza tratando de demostrarle que me daba igual.

— Y eso no es lo peor.

— ¿¡QUE!? ¿¡HAY MÁS!? –Dijo con la boca abierta de la sorpresa.

— Se casó con Megan.


Mi amiga pareció haber visto a alguien que odió durante toda su vida. En sus ojos se reflejaba sorpresa y enojo.


— ¿Lilly? –Dije sacándola de shock

— Déjalo que se muera y que se le inflen las pelotas por no meterlo en el agujero correcto, amiga. Esa era tu vida, no la de Megan. Tú tenías que estar en el lugar de ella.

Cuando Lilly se enojaba era gracioso porque se le salían palabrotas y porque siempre disfrutábamos de una Lilly sonriente, incluso en sus peores momentos, pero Megan era la enemiga desconocida de Lilly.

Mi primera vezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora