CAPITULO XXIX: Gemma.

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Luego de ayudar a Anne a lavar los trastes, ya que no estaba el ama de llaves de Gemma porque era su día de descanso, decidí subir a descansar un rato mientras Harry iba a jugar golf con Walter, su cuñado.

Cuando Anne me lo presentó, quede helada por su estatura. Gemm era alta, y Harry también, pero ambos le llegaban al hombro. Walter era muy musculoso, y aparentemente causaba miedo, pero se veía feliz al lado de Gemma. En cambio ella solo mostraba amor por momentos. No soy muy crítica en las relaciones de ajenas, pero cuando noto algo que está mal simplemente me quedo callada si no tengo la suficiente confianza como para decirlo.

Gemma se notaba entusiasmada, pero no era de esas novias que abrazaban y besaban a cada rato a su prometido, sabía que algo andaba mal, pero no dije nada.

Durante el almuerzo, el padre de Harry no dejaba de mirarme con total repugnancia. Parecía que no estaba a la altura de él, y mucho menos a la de su hijo. Cabe decir que solamente hablaba con unos cuantos de la familia, ya que sus hijos a duras penas le respondían el saludo. Según Harry, era un mal padre, y no lo contradigo.

La casa estaba en completo silencio. Ya todos los familiares de Harry se habían ido. Algunos se despidieron bien de mí, otros se despedían desde lejos, pero había unos que ni se despedían, sin embargo no me importó ya que no eran familiares muy apegados a Harry, Gemma y Anne.

Subí las escaleras dando un pequeño bostezo, pero me dieron ganas de ir al baño antes de ir a la que habían asignado como habitación, que por cierto, estaba a metros de distancia de la de Harry.

La casa era gigantesca, y había miles de puertas en las que podrían ser el baño, así que entre a casi todas las del segundo piso tratando de buscarlo.

La primera puerta que estaba al lado izquierdo, era el cuarto de Chloe, que por cierto no la abrí porque sabía que le pertenecía a ella, además, porque estaba vacía. Chloe ya se había ido. La segunda era el cuarto artístico de Gemma, había pinturas, dibujos y bocetos de extrañas figuras así que cerré de inmediato.

Faltaban por abrir dos de las seis puertas que había en el segundo piso así que cualquiera de esas podía ser. Comencé escoger la puerta correcta cantando estúpida canción riéndome de mi misma.


— Que patética eres Emma. –Me dije.


Gire la perilla de golpe y lo primero que hice fue llevarme la mano a la boca por la sorpresa de encontrar a Gemma llorando sobre su cama. Se levantó de inmediato guardando una pequeña fotografía, que no alcance a ver, debajo de su colchón, por mi lado lo único que podía pronunciar en ese momento era "lo siento, lo siento". Gemma llevo sus delgados dedos a sus ojos para secar las lágrimas que estaba botando.

— ¿Que necesitas? –Preguntó agresiva.

— Yo... yo estaba buscando el baño. –Tartamudee.

— Bien, al lado izquierdo está.

Asiento con un poco de vergüenza, y entrecierro la puerta, pero antes de cerrarla por completo, pienso si estaría bien si le pregunto qué le pasaba.

Me quede afuera de su habitación y me llevo tan solo cinco segundos para volver a entrar.


— ¿Todo está bien?

— Sí, sí. Yo... Me entró algo al ojo. Eso es todo. –Miente.


Gemma comenzó a caminar habitación tratando de hacer algo que ella ni siquiera sabía. Alce una ceja con incredulidad y me le acerque tratando de calmarla.

Mi primera vezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora