COMIENZA LA TORMENTA

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Capítulo XIX: Comienza la tormenta

Era un día totalmente aburrido, en definitiva. Tsuna volvió a bostezar mientras miraba la pizarra, todo parecían garabatos desde su perspectiva, Reborn no había ido a la secundaria, posiblemente estaría planeando alguna de sus maldades. Cuando regresaron de Mafia Land, solo le dijo que volvería en unos días por que tenía un par de asuntos que arreglar.

Cuando salieron de clases, Tsuna, Gokudera y Lambo caminaban a paso lento.

— Juudaime —menciono emocionado Gokudera —se ve preocupado.

— Es verdad, has estado más distraído de lo usual Tsuna —asintió Lambo.

—No es nada chicos, solo que desde que Reborn no está aquí las cosas han estado demasiado tranquilas.

— Es verdad, Reborn-san aún no ha regresado.

— Lo mejor sería que se quede dónde está... para siempre —aseguro Lambo.

— No es eso, presiento que algo va a ocurrir.

— Juudaime, han abierto una cafetería nueva. Deberíamos ir un rato —dijo Gokudera.

— Si hay que ir —respondió Tsuna.

— Kufufu, en serio que temible grupo de mafioso tenemos frente a nosotros, no es así Ken, Chikusa.

Era la voz de Mukuro, Tsuna la reconoció al instante desde que escucho aquella risa tan característica del mayor.

— Tsk, maldita cabeza de piña ¿quieres fastidiar? —gruño Gokudera con un par de bombas en las manos.

— Oya, tan agresivo como siempre —Mukuro sonrió con aire de superioridad.

— Hayato, Mukuro no se peleen —imploró Tsuna.

— Mukuro-sama, ¿puedo jugar con el chico bomba? —pidió Chikusa.

— Será en otra ocasión —dijo Mukuro—, tenemos un par de asuntos que arreglar.

Mukuro comenzó a alejarse seguido de sus fieles ayudantes.

— Hayato, cálmate.

— Por un momento pensé que en verdad se iban a moler a golpes —comentó Lambo.

— Me alegra que no haya pasado a mayores —suspiro Tsuna.

Continuaron caminando, hasta que llegaron a una cafetería, el ambiente parecía agradable, por lo que decidieron sentarse en una de las mesas que se encontraba afuera de la cafetería.

— Tenía tiempo que no salía —comento Gokudera.

— En serio, ¿porque? —pregunto Tsuna—, supongo que no es lo mismo que vivir en Italia.

— No es eso Juudaime. Es solo que...

Gokudera recordó, que en Italia el ambiente era tan distinto a como era en Kokuyo, él siempre había desconfiado de las personas, realmente nunca tuvo amigos en Italia.

— Hayato-kun, ¿estás bien? —inquirió Tsuna al ver al de ojos verdes divagar.

— No es nada, me alegra haber venido a este lugar.

Tsuna sonrió.

— A mí también me alegra haberlos conocido.

Era un sentimiento cálido que pocas veces habían experimentado tanto Gokudera como Lambo. Estaban sentados tranquilamente mientras, Gokudera y Lambo intentaban no matarse en la mesa, ese era un progreso o algo por el estilo. Tsuna ya se había acostumbrado a ver a ese par llamarse por sus respectivos apodos, "cabeza de pulpo", "vaca estúpida". De repente paso algo, o mejor bien dicho alguien, literal "un chico les había caído del cielo".

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