Capítulo 37

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UN CERCHIO BLU E DUE STRISCE ROSA
(Un círculo azul y dos rayas rosas)

.

La campaña publicitaria de Anneliese comenzó, oficialmente, el día jueves. Aquella mañana, cuando Angelo y ella cruzaron las puertas del liceo, se encontraron posters de fotografías suyas, pegados por doquier.

El muchacho suspiró, incómodo. A Anneliese no le importó; en ese momento, no le importaba nada.

Cuando entró a su salón de clases, aún era temprano, por lo que había pocas personas; Bianca Mattu aprovechó el momento y le entregó una bolsa de papel, blanca. Anneliese la abrió, miró dentro y volvió a cerrarla con rapidez, mirando a ambos lados.

Eran pruebas caseras de embarazo. Eran dos diferentes.

—¿Por qué traes esto aquí? —le reprochó a su amiga, aterrada.

—¿Dónde más te las doy? ¿Te las llevo a tu casa? —se quejó ella.

Jessica Petrelli se unió a ellas en aquel instante; tenía unas profundas ojeras rojizas; o había llorado mucho o no había dormido nada... o ambas.

—Ve a hacerlas ahora —le ordenó Bianca.

—¿El qué? —preguntó Jess, mirando la bolsa de papel entre las manos de su prima.

—Los test de embarazo —habló muy bajito—. Le traje dos.

—¡No! Aquí no voy a hacer eso —se negó Anneliese.

—Entonces, ¿saliendo? ¿Vamos a tu casa o quieres ir a la mía?

Anneliese se sintió desesperada. ¡No quería hacerse ninguna prueba! ¡No quería! Eso era tan... definitivo. Al menos, en ese momento, tenía la esperanza de un tal vez no, al cual aferrarse.

—Annie —siguió la futura editora, percatándose de su temor—, tienes que hacerte esas pruebas ya. Hay límite para usar las inyecciones, ¿sabes? Si tienes más de doce semanas, no te servirán de nada —le advirtió.

Los ojos azules de Anneliese volvieron a llenarse de lágrimas.

Jessica le cogió una mano.

—Tienes que hacerlas ya —repitió Bianca—. Hoy.

Ella volvió a sacudir la cabeza:

Ma-Mañana —tartamudeó—. Lo haré mañana. Angelo estará trabajando. Estaré toda la tarde sola. Lo haré mañana.

—¿Trabajando? —se intrigó Bianca.

La profesora de lengua cruzó la puerta en aquel instante, las chicas guardaron silencio y fueron a sus asientos.

*

Cuando sonó el timbre del primer receso, los gemelos y Rita esperaban por Annie y Jessica en la puerta de su aula. El pelirrojo tenía entre las manos varias playeras blancas —que tenían algún tipo de inscripción—, y su hermana melliza algunas copias de libros populares, cuyas portadas estaban adornadas con una calcomanía rosada que rezaba «Vota Petrelli».

—Vota por Annie —pedía Lorenzo a las personas a quienes entregaba una playera, o su hermana un libro.

—¡Mira, Annie! —la llamó Rita, sonriendo y mostrándole el estampado de una de las playeras.

Ésta rezaba:

«LEE COMO SI FUERAS A MORIR MAÑANA.
ACUMULA LIBROS COMO SI FUERAS A VIVIR POR SIEMPRE».
Lo dijo Mahatma Gandhi, luego de leer A Anneliese Petrelli.

Ambrosía ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora