[2.3] Capítulo 28

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SECONDO LIBRO. TERZA PARTE.
Segundo libro. Tercera parte.

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DUBBI I
(Dudas I)

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—Hola, cariño —saludó Gabriela Petrelli a su hija, a través del altavoz en su teléfono celular. Iban a ser las ocho de la mañana y, aquel lunes de mayo, como cualquier otro lunes, Gabriela dejaba el gimnasio en su casa y se dirigía a la ducha; tenía pensado llegar a su oficina antes de las diez—. ¿Todo bien? —siguió ella, extrañada de recibir una llamada de la muchacha, cuando se suponía que ella debía estar en su primera clase, en el liceo... o tal vez ya en la segunda.

—No —Lorena apenas susurraba; podía oírse eco—; tenemos un problema.

—¿Dónde estás? —Gabriela se detuvo, preocupada—. ¿Estás bien?

—No. Sí... —se corrigió—. Oye, están quitando los teléfonos. Entra a la página de la escuela, a la sección que dice «blog».

—No entiendo —Gabriela intentó subir el volumen—. Lore, ¿estás bien?

—¡Sí, mamá! —se estresó ella. Estaba oculta en los sanitarios—. Entra a la página web del liceo y busca una sección llamada «blog»; por favor, es urgente que lo hagas. Adiós —dijo, antes de cortar la llamada.

Gabriela se sintió tentada a devolverle la llamada, pero tras meditar los susurros urgidos de su hija, decidió llamar al liceo; sin embargo, mientras lo hacía, pensó en que talvez su hija no había asistido a clases —completamente inusual en ella— y, si era así, iba a causarle problemas. Suspiró, cansada —no tenía tiempo para eso, tenía muchísimo trabajo— y subió nuevamente a su habitación, donde se demoró un poco en encender su computadora —estaba notando las pequeñas y delgadas arrugas que tenía en la frente, y alrededor de los ojos—, pero cuando finalmente lo hizo, entró a la página y encontró la sección que Lorena le pedía...

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—Mamá —Gabriela entró rápidamente a la cocina de la residencia, donde Rebecca (vistiendo aún ropa de cama) servía café para su marido, en una taza.

—¿Qué pasa, mi amor? —preguntó Rebecca, arqueando sus cejas color chocolate.

Gabriela miró a su padre y se dio cuenta de que, a sus cuarenta y seis años de edad, aún sentía vergüenza al tocar temas de sexo, frente a él. Sin embargo, ése... tema, no era sólo sexo.

—¿Qué ocurre? —preguntó Giovanni, percatándose de que algo no andaba bien.

—Ah —Gabriela sacudió ligeramente la cabeza y miró nuevamente a su madre.

—¿Qué ocurre? —repitió Giovanni, endureciendo la voz.

La mujer haló aire, buscando palabras para decir una cosa como ésa... No las encontró.

—Me llamó Lorena —comenzó a decir—. En... la página web del liceo hay un video.

La pareja torció el mismo gesto de incomprensión, aunque el de Rebecca era apenas notorio.

—En el liceo —siguió Gabriela, por si acaso sus palabras no sabían de qué hablaba.

—Sí, sí, sí —la interrumpió Giovanni, haciendo un ademán con su mano derecha, infórmenle que sabía de qué hablaba; ella podía continuar.

Ambrosía ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora