[2] Capítulo 08

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SARAH
(Sarah)

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Sólo el médico se joven se había dado cuenta de que ella reía y lloraba sin darse cuenta.

Raffaele dio un paso atrás y salió de la recámara, en silencio, Matteo lo siguió y, si Anneliese no estuviese estado tan agitada, se habría dado cuenta de que había algo extraño en que el muchacho estuviese tan cerca de Raffaele: Giovanni tenía cuatro días en coma; lo habían encontrado la madrugada del martes, en el bosque que rodeaba su casa, dos de sus perros estaban tirados a su lado, dándole calor, mientras los otros aullaban y ladraban, desesperados, como si intentaran atraer ayuda.

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La fecha de su parto, decía el médico mientras le practicaba un ultrasonido, sería aproximadamente el día 31 de enero pues, las medidas de su saco gestacional sugerían que tenía sólo tres semanas de gestación.

El medico también dijo que el bebé podía adelantarse quince días o retrasarse quince, y Anneliese deseó que se retrasara, así Angelo tendría ya dieciocho años y estaría con ella, cuando naciera su hijo.

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Raimondo Fiori comenzó a preocuparse cuando Anneliese no respondió a sus llamadas. Llevaba toda la noche del sábado marcando el número del teléfono que él le había dado y, el buscarla en su casa y encontrarse con las luces de su recámara apagadas, no ayudaba...

Él jamás se hubiese imaginado que, mientras intentaba comunicarle que tenía la manera de reiniciar la alarma sin generar ningún sonido de alerta, ella estaba dormitando en una camilla de hospital, recibiendo nutrientes vía intravenosa.

Anneliese se sentía nerviosa; era un sentimiento que llegaba cuando abría los ojos y tenía plena consciencia sobre lo que sucedía, pero luego desaparecía, con ese espantoso sueño del que era presa... pero que no lograba hacerla dormir más de unos pocos minutos cada vez. Era como si su cerebro se negara a enfrentar esa terrible realidad, pero a la vez evitara que ella bajara la guardia, sin embargo, ya por la mañana, cuando salía el sol... también llegó el miedo.

Ya, era hora de enfrentarlo. ¿Qué seguía a continuación?

Los doctores dijeron que la darían de alta y, al salir ellos, entró Raffaele Petrelli.

Annie se arrepintió de lo que le había dicho horas atrás; la expresión en su rostro anunciaba que no aguantaría una sola impertinencia más.

—¿Es todo? —preguntó él, a su mujer.

Hanna asintió, en silencio.

—Prepárala —le ordenó.

—N-no —tartamudeó Annie—. No iré a ningún lado con ustedes —esta vez no se trataba de un capricho. Esta vez... no era sólo por ella.

Raffaele apretó los dientes.

—Lo voy a decir sólo una vez —le advirtió.

—No —siguió ella.

Él se llenó de aire los pulmones y miró a otro sitio, antes de centrarse nuevamente en ella. Matteo permanecía a un par de pasos detrás de su padre.

—¿Quieres a tu hijo, Anneliese? —le preguntó.

Ella, en silencio, temerosa, se cruzó de manera discreta ambas manos a la altura del vientre.

—¿Quieres a tu hijo? —preguntó una vez más, aunque parecía no esperar respuesta ya. Era obvio—. Pues vamos a hacer esto: muy calladita, vas a sentarte en la maldita silla de ruedas cuando la traigan acá e, igualmente en silencio, subirás al auto y volveremos a casa o te juro que haré que te metan ahora mismo a un quirófano y te saquen a ese niño.

Ambrosía ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora