Capítulo 57

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LE BOURGEON FLÉTRI
(El botón marchito)

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—¿Por qué le dijiste a Nicolas dónde vivo? —le reprochó Annie a su prima, apenas verla en el liceo el viernes por la mañana.

—No creí que fuera a buscarte, realmente —se excusó ella.

Pero, por su risilla malvada, la rubia supo que su prima mentía.

—Casi me muero de un infarto.

—Lo siento —Jess sacó la lengua un poco—. A quien quería matar de coraje, era a Angelo —confesó.

Annie torció un gesto, comprendía que Jessica quisiera vengarse de él —por su causa, ni Raimondo ni Lorenzo la habían acompañado en su cumpleaños—, pero le pudo ocasionar graves problemas a ella.

La falta de privacidad era una gran desventaja de vivir con tu... Annie no pudo darle nombre a lo que eran Angelo y ella.

—Ay, Jess —terció Lorena, reuniéndose con ellas (para llegar al aula de cuarto grado, tenía que pasar antes por tercero). La pelirroja saludó a ambas con un beso la mejilla y continuó—: a quien ibas a matar, es a Nicolas —aseguró, abriendo sus ojos verdes—: imagínate que Angelo lo encuentra en su casa. Es muy probable que le retorciera el cuello y que mi tío Raffaele, para protegerlo, ocultara el cadáver —se rió—. ¿O qué piensas tú, Annie? —no esperó a que ella respondiera, les regaló otra de sus preciosas sonrisas y siguió su camino.

Anneliese y Jessica se quedaron mirándola, en silencio.

—Es tan malvada —murmuró Annie.

—¿Ella —Jess bajó más su voz—... sabe sobre Angelo?

—No lo sé. A veces me da la impresión.

Las dos guardaron silencio por un momento, preguntándose, entonces, por qué ella fingía no saberlo.

—Nicolas me regaló a la perrita —se escuchó decir Annie, intentado salir del mal rato—. Y creo que Matt y él se gustan e intercambiaron teléfonos.

—Ay, ¿ahora también Matt? —se quejó Jessica, riéndose. Annie torció un puchero y la otra continuó, como si nada—: Y ¿qué te dijo mi tía, por la perrita?

—... Nada.

La profesora de arte llegó en aquel momento, las chicas cortaron su plática y entraron al salón.

—Hola —Annie saludó a Laura Giordano, sentada en el escritorio detrás de Jessica.

Laura la miró por un segundo y, al final, respondió, seca:

Hey.

—Hola —siguió, extrañamente, Jessica... luego sonrió y, echándose a un lado sus bucles color chocolate (que aquel día lucían especialmente sedosos y esponjados), le dijo a la animadora—: ¿qué crees? Anoche Nicolas visitó a Annie y le regaló a la perrita, ¿no es genial?

Anneliese suspiró y miró a su prima con angustia —genial, ¡y apenas que las cosas entre Laura y ella estaban arreglándose—; sintió deseos de golpearla, pensando en que ella era tan malvada como la misma Lorena —o tal vez incluso más—, y se preguntó si ella misma también lo era. Que era una mala amiga, lo sabía, lo era, ¡pero lo hacía sin darse cuenta y sin intenciones de serlo!

Por su parte, Laura frunció el ceño, pero luego fingió una sonrisa y dijo:

—Qué bien —cortante, simulando indiferencia.

Ambrosía ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora