¡FUEGO!
Dul habría gritado aquella palabra si hubiera podido. En vez de eso, había respondido al beso, si ésa era la palabra adecuada para describir aquella apasionada y ardiente unión de sus labios.
En su cerebro se dispararon alarmas que gritaban: «¡Peligro!, ¡peligro!»; tenía el estómago lleno de mariposas y la piel le quemaba.
No había imaginado que besar a aquel hombre, o más bien ser besada por él, pudiera ser así. Era algo casi salvaje. Tomaba, exigía, reclamaba.
Ella tenía la sensación de que jamás quedaría saciada. Uckermann ladeó la cabeza, explorando su boca con la lengua, con una maestría y una seguridad que la hizo estremecer de deseo.
Era algo primitivo, carnal.
La mano con que le sujetaba la nuca irradiaba calor, como si estuviera marcándola a fuego de un modo posesivo. El sabor de su boca, intenso como el de un vino caro, resultaba adictivo.
Los dedos de Dulce se aferraron a su camisa, tensos, pero en vez de empujarlo para apartarlo de ella, al instante siguiente se relajaron, deslizándose por su pecho, por sus músculos de acero.
Fue como si el tiempo se detuviera, consumiéndose en aquel fuego, hasta que finalmente él levantó la cabeza, despegando sus labios de los de ella.
Sus ojos dorados buscaron los de ella, y Dulce sintió que las piernas le temblaban.
Resistió el impulso de llevarse los dedos a los labios, que se notaban hinchados y palpitantes por aquel beso apasionado.
Christopher: Confío en que eso la haya satisfecho.
Había un brillo extraño en los ojos de él, algo que hacía que sintiera un cosquilleo en la piel, como una advertencia.
Apartó la mano de su nuca, lentamente, y sus dedos dejaron un rastro ardiente mientras se retiraban, abrasándola.
Dul hizo un esfuerzo por no estremecerse, segura de que él utilizaría las respuestas de su cuerpo contra ella.
Dulce: Creo que sí –murmuró. Su voz sonó ahogada.
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Por Amor & Venganza
RandomEl famoso Christopher Uckermann andaba en busca de una nueva amante cuando, de repente, la heredera Dulce Espinoza se ofreció voluntaria. ¿Podían ser tan fáciles de conseguir placer y venganza? Dulce sabía que no debía jugar con fuego, y menos con...