Capítulo 48

1.2K 112 4
                                    

El fuego en los ojos dorados de él se avivó, y sus labios se arquearon en una sonrisa triunfal.

Christopher: Ésa no es la palabra que debes decir –murmuró, con una nota de satisfacción coloreando su voz.

Pero Dulce no lograba decirlo.

No podía.

Ucker alargó el brazo y le acarició la mejilla.

La palma de su mano era demasiado cálida, sus dedos demasiado hábiles, y ella se notaba la piel demasiado sensible, como si la tuviera en carne viva.

Sin poder evitarlo, en vez de apartarse, se inclinó hacia él.

Christopher: Dime que pare.

Sus ojos se habían oscurecido con una pasión que vibraba dentro de ella como electricidad.

Cediendo a un impulso tan intenso que casi le causaba dolor, Dulce extendió los brazos y puso las palmas de las manos en el pecho de Christopher.

El calor de su cuerpo se transmitió por sus brazos, abriéndose camino hasta sus senos y su palpitante sexo.

Chris aspiró entre dientes.

Christopher: Dime que pare –la instó de nuevo, desafiándola, y entonces, sin previo aviso, la atrajo hacia sí y tomó su boca.

La magia de sus labios la hizo olvidarse de todo.

Chris estaba besándola como si los dos fueran a morir si paraba, y ella le respondía con la misma intensidad.

Saboreó la cálida y bronceada piel de su fuerte cuello, y dejó que sus manos recorrieran la magnífica obra arquitectónica que era su duro y tonificado abdomen.

Las manos de él se enredaron en su cabello, sosteniéndole la cabeza para poder besarla a placer, deteniéndose sólo para susurrarle palabras en griego que ella no comprendía, pero que la excitaban.

De pronto le pareció que la habitación se tambaleaba, y sólo cuando su espalda se apoyó en algo blando se dio cuenta de que la había alzado en brazos y la había tumbado en el sofá.

Se tendió sobre ella.
«Por fin», pensó Dulce cuando su cuerpo se apretó contra el de ella.

La sensación de aquel contacto fue abrumadora, pero no era suficiente, y no podía dejar de tocarlo.

Christopher: ¿Vas a decírmelo? –la pinchó de nuevo, mientras su tórax le aplastaba los pechos con una deliciosa presión. Su erección también la apretaba entre los muslos, y Dul emitió un gemido extasiado al tiempo que una especie de sensual terror se apoderaba de ella–. ¿No vas a decirme que pare?

Pero Dulce no dijo nada, sino que movió las caderas en círculo, lentamente.

Para su satisfacción, ella también logró arrancar de él un gemido, y notó como su miembro se ponía aún más duro... si es que eso era posible.

Chris farfulló algo ininteligible y tomó sus labios de nuevo con un beso insistente, apasionado.
Dulce le respondió con idéntico frenesí, y las manos de Chris se deslizaron por los costados del escandaloso vestido, trazando las curvas que había permitido que vieran todos los invitados a la fiesta.

Despegó sus labios de los de ella y trazó un sendero ardiente con ellos hasta sus senos, besándolos a través de la tela. Dulce se arqueó al sentir el calor húmedo de su boca, jadeante, mientras un temblor exquisito se apoderaba de su cuerpo, desde su sexo hasta los dedos de sus pies.  

Por Amor & VenganzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora