Era demasiado hermosa para una rata de alcantarilla como él, tenía demasiado pedigrí y elegancia; era demasiado perfecta.
Era el tipo de mujer por la que habría hecho locuras en su adolescencia, a la que habría idolatrado, como a una diosa.
En ese momento casi la detestó por recordarle aquellos días terribles en los que se había dejado arrastrar ciegamente por su agónica determinación de escapar del agujero en el que se había criado, en vez de aplicar el enfoque analítico y la astucia, las dos armas en las que confiaba como adulto.
Pero ya no era aquel adolescente.
Había exorcizado sus demonios y aquella ira juvenil hacía muchos años.
Christopher: A tu padre, mientras vivía, y a tu hermano... y hasta a tu madre se les ha visto muy a menudo en todo tipo de eventos sociales –le dijo–. A ti en cambio no. Yo ya estaba empezando a pensar que no eras más que una leyenda: un cuento de hadas sobre la heredera perdida de los Espinoza.Dul lo miró un momento antes de volver a bajar la vista a su plato.
Dulce: No estaba perdida –dijo con una sonrisa–. Lo que pasa es que mi padre y yo teníamos opiniones distintas en cuanto a mi formación universitaria. Al final decidí seguir mi criterio.
Christopher: ¿A qué te refieres? –inquirió, cautivado por cómo brillaba su piel con la luz de las velas.
Dulce: Decidí estudiar Bellas Artes a pesar de que mi padre pensaba que era una pérdida de tiempo. Él creía que debería haber estudiado Historia del Arte, porque así habría tenido tema de conversación con algún potencial marido en las fiestas de sociedad, donde muchos hombres ricos son coleccionistas de arte –le explicó, jugueteando con su tenedor. Parecía nerviosa, pensó él. Finalmente dejó el tenedor sobre el plato, y añadió–: Quería ser artista, ¿sabes? Dibujar; pintar.
Chris nunca había podido permitirse el lujo de satisfacer sus impulso creativos; había estado demasiado ocupado luchando por sobrevivir. Y luego, cuando había asegurado su supervivencia, había continuado sin tomarse un respiro, porque no quería volver a caer en la pobreza; jamás.
Christopher: Bueno, la verdad es que la carrera que escogiste no era muy práctica – dijo, incapaz de evitar que su voz sonara algo mordaz–. ¿No es ése el fin de la universidad?, ¿recibir una educación que te permita tener un futuro?
Dulce: Mi padre y tú se habrían llevado bien –observó con aspereza. Se movió en su asiento, y la luz titilante de las velas acarició sus mejillas, su cuello, y proyectó sombras entre sus senos–. Cuando opté por desoír su consejo se negó a pagarme la universidad, así que decidí mudarme a Vancouver, lo cual según parece hizo que casi le diera un ataque. No le gustaba que desafiaran sus normas –esbozó una leve sonrisa–. No era un clima precisamente favorable para las reuniones familiares, así que imagino que ahora comprenderás por qué no se me ha visto en ninguno de esos eventos en Europa durante estos últimos años – concluyó sarcástica.
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Por Amor & Venganza
RandomEl famoso Christopher Uckermann andaba en busca de una nueva amante cuando, de repente, la heredera Dulce Espinoza se ofreció voluntaria. ¿Podían ser tan fáciles de conseguir placer y venganza? Dulce sabía que no debía jugar con fuego, y menos con...