Capítulo 50

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Christopher sabía que había cosas en las que debía pensar, estrategias que poner en marcha para llevar a cabo su venganza, pero con Dulce debajo de él, tan cálida y tan suave, con los ojos cerrados y la respiración aún entrecortada, le era imposible pensar en ninguna de esas cosas.

Seguía dentro de ella, y quería hacerla suya de nuevo. Ya.

Se apartó un poco, y lo satisfació ver que las piernas de Dul se apretaron en torno a él, como si fuera reacia a dejarlo marchar.

Sus ojos castaños se abrieron, y vio que aún estaban nublados por la pasión.

Parpadeó, como si no estuviera segura de que aquello no hubiera sido un sueño.

Chris le apartó las piernas y se levantó para quitarse del todo los pantalones.

Los ojos de Dulce se oscurecieron, y se apoyó en los codos para incorporarse, mirándolo con cautela.

¿Tendría idea de la imagen lasciva que daba? Estaba despatarrada en el sofá, con el vestido escarlata arrugado alrededor de la cintura y los pechos y las piernas al aire.

Por un instante estuvo tentado de decirle que en ese momento sí que parecía una verdadera amante.

Dócil, seductora, viciosa.

En vez de eso la alzó en brazos como si no pesara nada.

Dulce emitió un gemido sorprendido, pero no dijo nada, sino que dejó caer la cabeza sobre su hombro.

Chris la llevó hasta el dormitorio principal, y la depositó en el suelo.

Aunque Dul estaba buscando sus ojos con los suyos, él rehuyó su mirada.

Prefería deleitarse en la belleza de su cuerpo. Era como una obra de arte: piel cremosa de oro y pétalos de rosa, senos erguidos, redondeadas caderas y largas piernas.

Sin mediar palabra agarró el vestido arrugado en torno a su cintura y tiró de él hacia arriba para sacárselo por la cabeza.
Luego lo arrojó a un lado, y sólo entonces la miró a la cara.

Dulce se humedeció los labios con su delicada lengua, y aquel simple gesto volvió a excitarlo.

Inclinó la cabeza y la besó.

No podía pensar. Estaba ansioso por volver a estar dentro de ella, como si no acabara de hacerlo hacía unos momentos.

La atrajo hacia sí, apretando su miembro contra la suave piel de su vientre.

Dulce gimió y se estremeció antes de subir sus pequeñas manos a su pecho y Chris vio que se le había puesto la carne de gallina.

Dulce: Chris... –dijo en un susurro tembloroso.

Christopher: Shhh...

Chris la besó en el cuello y dejó que sus manos recorrieran su seductora espalda hasta llegar al final de ésta.

Apretó las palmas contra sus nalgas y sus dedos se deslizaron un poco más hasta encontrar el surco que se abría entre ambas.

Dul ya estaba húmeda, y tan dispuesta como él.

La tomó por las caderas y la levantó, haciendo que sus pechos se frotaran contra su tórax.

Ella volvió a gemir sorprendida, pero se agarró con fuerza a sus hombros.

Chris deslizó las manos hasta su delicioso trasero para levantarla un poco más y la penetró con fuerza.

Dul se puso tensa y soltó un largo e intenso gemido al tiempo que dejaba caer la cabeza contra el hueco de su cuello.

Chris sintió el aliento de Dulce sobre su piel, cálido y entrecortado, y los latidos de su corazón se volvieron más rápidos, más fuertes.

Christopher: Rodéame la cintura con las piernas –le ordenó.  

Por Amor & VenganzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora