Los ojos de Christopher, oscurecidos por el deseo, buscaron los suyos, y le levantó el vestido elástico hasta la cintura antes de desabrocharse los pantalones.
Luego, como si hubieran hecho aquello antes un sinfín de veces, Dulce lo rodeó con sus piernas y levantó las caderas, impaciente.
Chris le agarró un muslo con su fuerte mano, y la penetró con una certera embestida, haciéndola gritar de placer.
Christopher: Dime que pare, Dulce -le susurró con voz ronca, desafiándola de nuevo.
Dulce: ¡Para! -explotó, sorprendiéndolos a ambos. Chris se quedó quieto al instante-. De hablar -puntualizó entre dientes, apretando los puños contra su ancha espalda-. ¡Para ya de hablar!
El largo y duro miembro de Christopher estaba tan dentro de ella que no habría podido decir dónde acababa ella y empezaba él.
Los ojos de Chris escrutaron los suyos, y Dulce tuvo miedo de que pudiera ver en su interior, pero entonces, comenzó a mover las caderas.
Los pliegues internos de Dul lo abrazaban estrechamente, ajustándose a él como un guante.
Era como una bendición. Casi no podía soportar aquella sensación, su dulce aroma, sus gemidos.Se echó hacia atrás para poder mirarla. Una pasión salvaje se había apoderado de Dulce. Sus ojos se habían oscurecido de deseo, y tenía los labios entreabiertos y el cabello revuelto.
Un leve rubor coloreaba su piel, y el vestido escarlata la envolvía como si fuera un bombo. Sus caderas se movían bajo las suyas, ansiosas, como si nunca se fuera a saciar de él.
«Mía...», susurró una voz dentro de Christopher, resonando con fuerza.
La ignoró, y se concentró en aquellos dulces gemidos que escapaban de la garganta de Dul, en sus pantorrillas, apretadas contra sus caderas, atrayéndolo hacia sí, urgiéndolo a que llegará hasta lo más profundo de su ser.
Chris se movía despacio, marcando deliberadamente un ritmo lento, sin prisas, que pronto hizo que Dul empezara a jadear con una mezcla de deseo y frustración.
Sus caderas se arquearon para encontrarse con las de él, intentando que se moviera más deprisa.Chris ignoró sus propias necesidades y también los ruegos mudos de ella y mantuvo el mismo ritmo: lento, regular, devastador.
Sintió que el fuego estaba empezando a prender en Dulce, que se estremecía debajo de él.
La vio cerrar los ojos y escuchó como su respiración se tornaba jadeante y más rápida, como sus gemidos se tornaban en súplicas desesperadas. Pero aun así esperó, manteniendo el mismo ritmo acompasado y el mismo control férreo sobre sí mismo.
Había tanta pasión en Dulce, era tan fogosa... Era suya...
Cuando la cabeza de ella empezó a golpearse contra los cojines, se inclinó hacia la tentadora curva de sus senos, y comenzó a lamer la piel que el escote del vestido dejaba al descubierto.
Sabía a nata con un ligero toque de melocotón,y se le subió a la cabeza como un buen whisky, haciendo que empezara a mover las caderas más deprisa, como un chico en su primera vez.
Le bajó el cuerpo del vestido, liberando sus pechos, y sin dejar de moverse se dispuso a explorarlos con los labios, con la lengua y con los dientes.
Ella jadeó.
Chris cerró su boca sobre un pezón y succionó suave pero insistentemente, haciendo que ella gritara su nombre, y cuando ella se tambaleó al borde del precipicio del éxtasis, él la siguió.
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Por Amor & Venganza
RandomEl famoso Christopher Uckermann andaba en busca de una nueva amante cuando, de repente, la heredera Dulce Espinoza se ofreció voluntaria. ¿Podían ser tan fáciles de conseguir placer y venganza? Dulce sabía que no debía jugar con fuego, y menos con...