Capítulo 58

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 Y sin embargo... qué maravilloso sería imaginar aunque sólo fuera por un segundo que aquello no hubiera empezado con un engaño por su parte, que él estuviera proponiéndole matrimonio a ella, y no a esa falsa amante a la que estaba representando. 

Uckermann pensaba que era un desastre como amante, pero poco podía imaginar lo difícil que le resultaba interpretar un papel que nada  tenía ver con ella.

Christopher: De ser otro hombre tu silencio ya habría hecho que afloraran todas mis inseguridades –le dijo, mirándola divertido. 

Pero Dulce seguía sin poder reaccionar. 

Mil pensamientos cruzaban por su mente, el corazón le martilleaba en el pecho, y estaba como paralizada. Sin duda Santiago se mostraría exultante ante aquella oportunidad de casarla con un hombre rico que le diera un respaldo financiero. 

En cuanto a ella, sería la solución a todos sus problemas. 

Chris podría ayudarla a sufragar los gastos del tratamiento de su madre y a saldar sus deudas. Y sería libre de la tiranía de Santiago, porque dudaba que su hermano siguiera utilizándola cuando podría tratar directamente con Ucker. Si se atrevía. 

«Si no fuera porque lo amo...».

Christopher: ¿A qué le estás dando vueltas, Dulce? –inquirió, ladeando la cabeza–. ¿Qué tienes que pensar? Los dos sabemos que sólo puede haber una respuesta.

Si no lo amara... Pero lo amaba. Lo amaba aunque fuera arrogante, exigente y exasperante. 

Lo amaba por lo tierno que podía ser cuando quería, por el modo desafiante en que hablaba de su pasado, como si no le doliera, como sino hubiera moldeado su carácter. Lo amaba más de lo que estaba dispuesta a admitir, y por todo eso sabía que no podía casarse con él. 

No cuando casi todo lo que le había dicho era mentira. 

Christopher no había mencionado la palabra «amor», y no lo haría, pero...¿acaso importaba eso? No tenía por qué sentir lo mismo que ella. De hecho, ni siquiera estaba segura de que fuera capaz de albergar esa clase de sentimientos con los traumas que sin duda arrastraba de su infancia.

Sabía lo que debía hacer, y aunque los ojos le escocían por las lágrimas que estaban acudiendo a ellos, no iba a llorar. No iba a llorar.   

  Dulce: No puedo casarme contigo –dijo al fin.  

Por Amor & VenganzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora