Capítulo Quince.

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2 de enero, 2016.

Les damos la bienvenida a Corfú, esperamos que disfrute su estancia en nuestro pedacito de paraíso. Por favor no levantarse de su asiento hasta que el avión haya aterrizado por completo. Gracias por preferirnos. – abrí la cortina de la ventana y quedé impresionada.

El agua celeste bañaba las costas, los miles de techos de tejas adornaban la tierra firme. De verdad es uno de los mejores paisajes.

Sentí un beso en mi mejilla lo que hizo que me sobresaltara y lo volviera a ver inmediatamente. Alex tenía su sonrisa ladeada y sus ojos dirigidos a la ventanilla.

– ¿Cómo pagaste esto? – pregunté mirándolo, él pasó su vista del paisaje a mí y se encogió de hombros.

– Venta de drogas. – dijo serio, fruncí mi ceño y él soltó la carcajada. – Te dije que estaba ahorrando, no exactamente para esto, pero podía aprovechar.

– Alex, es demasiado. – entrecerró sus ojos y ladeó su cabeza.

– Tengo que confesar que Mike donó algo a la causa. – abrí mis ojos a más no poder. – Pagó los boletos de este avión y el ferry. – agrandó su sonrisa y yo negué con mi cabeza. – En su defensa, dijo que estabas muy estresada, que ya no te soportaba y me envió a arreglarte.

Rodé mis ojos y di un bufido. Aunque bueno, tampoco es que me moleste mucho, digo... estoy en las islas griegas con mi novio por toda una semana.

– Bueno... Hagamos que el dinero de Mike no se pierda en vano. – dije tomando su camisa para acercarlo a mí. Ni lento ni perezoso, no demoró mucho en corresponder el beso. Pasó sus manos por mi espalda haciendo que me acercara aún más.

El golpe de las llantas del avión llegando al suelo logró que nos separáramos. Mordí mi labio inferior y me recosté en el asiento. En definitiva, el año comenzó bien.

Terminamos de sacar las maletas, Alex las subió a la cajuela del taxi para luego sentarse a mi lado en el asiento trasero. A decir verdad, no está tan exageradamente frío como Nueva York, pero, en definitiva, no está caliente como el trópico.

– ¿Qué los trae por acá? – escuché al taxista, volteé a ver a Alex.

– ¿Qué mejor manera para empezar el año que de viaje con la persona que amas? – respondió mirando al tipo por el retrovisor. El señor asintió.

– ¿Recién casados? – fruncí mi ceño y sentí mi cuerpo enfriarse.

Alex pasó su brazo por mis hombros, acercándome a él.

– No exactamente.

– Bueno, espero que disfruten. Dicen que estas tierras tienen poderes místicos.

Que los dioses me acompañen.

Bajé del taxi y esperé a Alex. Caminamos por el muelle hasta llegar a la entrada principal del crucero, se suponía que dejaríamos las maletas en la habitación e iríamos a almorzar en la playa de Corfú.

3 de enero, 2016.

No podía quitar la sonrisa de idiota de mi rostro, estoy completamente enamorada del paisaje. Santorini, segunda isla en la lista. Estoy segura de que volveré en algún otro momento porque un día no es suficiente para visitar este lugar.

Una ciudad hermosa, da la impresión de que las casas están una encima de la otra; con caminos diminutos entre cada construcción, burros llevando encargos y personas sorprendentemente geniales por todas las esquinas.

Recuperando El Pasado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora