Capítulo Veintiocho.

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27 de febrero, 2016.

Lancé la botella de vidrio vacía al basurero, di dos pasos más haciendo que mis piernas se tambalearan, me incliné un poco para quitar mis tacones, di un suspiro al sentir mis pies sobre la superficie fría. Subí al primer taxi que encontré cerca y le alcancé un papel con lo que yo suponía que era la dirección a donde me dirigía.

Saqué un cigarrillo de la cajetilla, lo coloqué entre mis labios y lo encendí, le di una calada para exhalar segundos después.

– Señorita, no puede fumar acá. – escuché mi carcajada estruendosa, me recosté al respaldar para seguir fumando mi cigarro. – Tendré que bajarla acá si no apaga el cigarrillo.

Rodé mis ojos, bajé la ventanilla del auto y lo tiré.

El señor detuvo el auto, miré a través del cristal para saludar al guarda de la entrada a la residencia, el chico sonrió antes de abrir los portones, pagué antes de bajar. Salí del taxi con mi dignidad y equilibrio por el suelo, caminé en zigzag hasta la puerta principal y toqué el timbre incontables veces.

Recosté mi cabeza en la madera de la puerta mientras seguí tocando el timbre de la casa. Una eternidad después abrió logrando que me tambaleara hacia el frente, dos brazos tomaron mis hombros para darme balance y me volvieron a la posición vertical normal.

– Lauren... – levanté mi mirada antes de reír por lo bajo. Me balanceé hacia adelante con la intención de plantar un beso en sus labios. – ¡Lauren! – sentí sus manos en mis hombros de nuevo alejándome e impidiendo que lograra el objetivo. – ¡Estás jodidamente ebria! – asentí riendo divertida. 

Vi tras de él la silueta de una chica, hice una mueca para terminar riendo como maniática. Sentí su brazo pasar por mis hombros y hacerme entrar a la casa, me tropecé un par de veces haciendo que mis carcajadas se fortalecieran.

– Lauren. ¿Qué sucedió? – está vez fue la voz de la chica la que llamó mi atención.

– Yo... – me encogí de hombros.

– ¡Michael, trae el botiquín! – fruncí el ceño al escuchar esas palabras.

– ¡No, estoy bien!

El sillón en el que estaba sentada se hundió frente a mí, vi la cabellera castaña de mi amiga acercarse para tomar mi mano, hice una mueca al sentir el ardor pasar por toda mi mano.

– ¡Lauren quédate quieta!

Mike se dejó caer a mi lado, pasó su brazo por mi torso, pegué mi cabeza a su pecho y cerré mis ojos. Hasta que otra oleada de ardor acaparó mi atención por completo.

– ¿Qué hiciste, pequeño ángel? – escuché el susurro del castaño.

– Listo. – la castaña se levantó, entrecerró sus ojos y guardó la venda en el botiquín. – Es tarde, yo debería irme. – ella comenzó a caminar hacia el pasadizo. Sentí a Mike incorporarse, me recostó al respaldar del sillón y se acercó a Scar.

– Está completamente ebria, no puedo echarla. – lo escuché mientras me señalaba. – Quédate. Dame cinco minutos para subirla a la habitación y podemos seguir con la cena.

Scar negó con su cabeza.

– No importa, de verdad debo irme. – se colocó el abrigo.

Vi a Mike acercarse a ella para tomar su rostro en sus manos y plantar un beso. Sacó algo de la bolsa de su pantalón y se lo entregó a la castaña.

Recuperando El Pasado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora