Capítulo Cincuenta y cinco.

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6 de julio, 2016.

Marqué con el bolígrafo rojo la palabra mal escrita en el manuscrito físico que tenía entre mis manos, inmediatamente busqué el mismo error en la computadora y lo arreglé, devolví mi atención al papel hasta que escuché un ronquido fuerte; levanté la mirada y reí al ver Ha visto acostado en el borde de la cama con su pancita al viento y las mejillas cayendo por causa de la gravedad, Leia se acercó a él con su mirada confundida, lo olfateó y terminó estornudando, haciendo que el pobre bulldog francés se despertara con un susto de muerte.

— Leia le va a provocar un infarto a Visto uno de estos días. — solté hacia Alex, el castaño levantó su cabeza y pasó su mirada a mí, ladeé mi sonrisa al verlo con los lentes puestos, él los llama "lentes de trabajo", yo les digo "lentes para la ceguera". — Sabes que en la oficina tienes tu mesa de dibujo, ¿cierto? — pregunté divertida notando la incomodidad en la que está trabajando, tenía todos mis libros y diccionarios apilados a un lado, la lámpara de lectura encendida y tan cerca del papel que estoy segura de que huele a quemado, y su postura está completamente doblada sobre la madera para intentar hacer el boceto lo mejor posible.

— Sí, tu escritorio de trabajo también está en la oficina. — contestó encogiéndose de hombros y señaló el desastre de cosas que yo tenía sobre la cama, los diccionarios esparcidos y abiertos en distintas páginas, el manuscrito, los marcadores, bolígrafos y la computadora. Asentí entendiendo el punto, él rió divertido y volvió a su trabajo.

Escuché el timbre resonar, fruncí el ceño dejé la computadora sobre la cama y el manuscrito encima, acomodé el pantalón de pijama que traía puesto y me dirigí a las escaleras con Leia siguiéndome. Me acerqué a la puerta y me confundí aún más al ver a mi padre a través de la mirilla, retrocedí y abrí la puerta, aunque estuve tentada a cerrarla inmediatamente al ver la cabellera pelinegra detrás de él. Edmund me retó con su mirada y dio un paso al frente para impedir que hiciera lo que estaba pensando. Me hice a un lado para dejarlos entrar, el canoso pasó, pero se inclinó para besar mi mejilla, los ojos de mi madre dieron con los míos, más de una mirada no pasó.

— ¿A que debo la visita? — pregunté cruzándome de brazos.

Escuché los pasos de Alex bajando la escalera y un par de segundos después el castaño apareció con Visto detrás de él, abrió sus ojos sorprendido y sin pensarlo dos veces se acercó a saludar a mi padre con un apretón de manos, luego caminó hacia mi madre, quien rápidamente lo recibió con un abrazo, haciéndome rodar mis ojos.

— ¿Quieren algo de tomar o de comer? — preguntó mirándolos, mi padre negó con su cabeza, aunque Jane no podía quedarse callada.

— Siempre tan educado, — soltó mirando al castaño. — un vaso con agua sería genial.

Alex asintió y se encaminó hacia la cocina. La mirada de mis progenitores cayó de nuevo sobre mí, enarqué mi ceja esperando que hablaran, Edmund le dio un codazo suave a mi madre, ella lo fulminó con la mirada y dio un paso al frente.

— Venía a disculparme contigo. — dijo como si lo hubiera ensayado en todo el camino hacia acá, terminó con una sonrisa completamente forzada.

— No tenías que tomarte todas las molestias. — contesté haciéndola rodar sus ojos. — Ya te había dicho que no quiero tus disculpas. — escuché el suspiro cansado de mi padre antes de verlo sentarse en el sillón, Alex se acercó para dejar los dos vasos de agua sobre la mesa del centro y sentarse en el sillón desocupado al lado de Edmund. — Debo terminar de trabajar. — dije comenzando a dirigirme hacia las escaleras.

— ¡Elizabeth! — gritó furiosa, detuve mi paso de golpe e intenté contar hasta mil para tranquilizarme. — ¡Intento arreglar las cosas y como siempre, huyes!

Recuperando El Pasado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora