22 de agosto, 2016.
Golpeé una vez más el bolígrafo contra la mesa. A mi derecha se encontraba Mike, tenía su mirada perdida en la pila de documentos frente a nosotros; la parte inferior de su rostro estaba cubierta por una barba densa, completamente tupida, como si se le hubiera olvidado que alrededor de su boca crece un bosque tropical; aunque no creo que la reforestación en su rostro sea lo que le interesa en estas últimas semanas. Debajo de sus ojos existían un par de bolsas oscuras y creando una circunferencia alrededor de los mismos se comenzaban a marcar los conocidos círculos de estrés que lo delatan; además, sus pómulos mantenían un tono rojizo, al igual que su nariz y sus labios.
Pasé mi mirada al castaño claro a mi izquierda, Nathan mantenía su mirada clavada en una moneda de plata, mucho más grande que las que usamos acá por lo que no estoy segura de qué es, pero la ha tenido en su mano desde el hospital. Lo vi pasar su antebrazo por sus ojos y sorbió su nariz una vez más, al levantar la mirada dio con la mía, instintivamente quise apartarla, mas no lo hice. Sus ojos normalmente son intimidantes, tienen un tono confuso, depende del momento parecen verdes y de pronto son azules, pero en este instante, son grises; claros, cristalizados, llorosos, un poco enrojecidos. Hipeó y su labio inferior tembló, la última vez que lo vi destrozado tenía dieciséis años, lloró sobre la tumba de su novia por tres días completos, cuando se levantó de ahí sacudió su ropa, sorbió su nariz y soltó el aire diciendo que estaba bien; luego, cada veintidós de cada mes visitaba la tumba para dejarle una violeta y hablar con ella; lo sigue haciendo hasta la fecha. Ahora, está destruido de nuevo.
Estiré mi mano hacía él, Nathan me dio media sonrisa antes de entrelazar sus dedos con los míos y bajar la mirada de nuevo.
— Lamento la interrupción. — la voz femenina me sobresaltó. La chica voluptuosa y morena se adentró en la sala de nuevo y se sentó donde se encontraba hacía quince minutos. — ¿Seguimos?
— ¿Por qué estamos nosotros acá? — escuché a Mike, su voz parecía de ultratumba.
La chica soltó un suspiro, entrelazó sus dedos y se inclinó hacia el frente.
— Para leer el testamento de Douglas. — Mike asintió.
— ¿Por qué nosotros?
Hace quince minutos la chica apenas había podido presentarse, era la abogada de Douglas, nos explicó que él había cambiado el testamento hace un par de años, pero antes de que pudiera seguir explicando alguien de afuera de la sala la llamó.
La morena ladeó débilmente la sonrisa.
— Porque todo se los dejó a ustedes. — soltó sin quitar su sonrisa.
Fruncí mi ceño, aun procesando sus palabras. Sé que no tiene hijos y que su esposa había muerto, pero nunca creí que nos incluiría en el testamento, mucho menos que seríamos los únicos. Él había mencionado que nos pondría de contacto de emergencia porque vivimos cerca, su padre vivía en Texas hasta hace unos años que murió; y su hermano nunca se comunicaba con él, así que no era una opción; pero no creí que fuera por algo más.
— Douglas modificó su testamento en el dos mil trece, los agregó a ustedes tres. — abrió el documento que tenía entre sus manos, se colocó los anteojos y se dispuso a leer. — El señor Hall decidió que su motocicleta Harley Heritage Classic 2005, sería su herencia para el señor Collins. — escuché un jadeo sorprendido de parte de Mike. — Desde luego, Douglas dejó claro que debías cuidarla. — Mike asintió y rió por lo bajo mientras limpiaba las lágrimas que se habían escapado. La morena pasó su mirada a Nathan. — Señor Woods, la casa de Douglas y Celina, en East Orange, Nueva Jersey, es la herencia para usted. — abrí mis ojos a más no poder. No sabía que Duff seguía manteniendo la casa, había escuchado historias de ese lugar, recuerdos de él, pero nunca dijo que aún era suya. Sentí un apretón en mi mano haciéndome salir de la sorpresa para percatarme de los sollozos de Nat. La abogada sacó un sobre y lo abrió, de ahí tomó dos llaveros. — Esto es para usted. — le tendió el juego de llaves y un conjunto de hojas a Nathan, él las miró por un par de segundos, analizando lo sucedido hasta que se estiró y las tomó con la misma mano con la que sostenía la moneda. — Y esto es suya. — le dio una sola llave a Mike junto a otro conjunto de hojas, lo vi tomarla y observarla por unos instantes antes de ladear su sonrisa con nostalgia. — Esta llave, — sacó una muy colorida del sobre. — es para usted, señorita Masson. — fruncí el ceño sin comprender completamente, la tomé intentando entender de qué podría ser. — Douglas no dejó dicho qué era su herencia exactamente, dejó dicho y cito: "Lauren sabrá lo que es suyo cuando lo vea". — me sentí aún más confundida. — Así que espero que descubras qué es lo que dejó para ti. — me dio una sonrisa antes de devolver su atención al papel. — Además de esto, la propiedad que incluye el bar y el departamento que se encuentra sobre el mismo, les pertenece a los tres, con la cláusula de que el bar siga abierto.
ESTÁS LEYENDO
Recuperando El Pasado.
Ficción GeneralUn pasado intenso. Un presente comprometedor. Un futuro sorpresa. Un individuo inesperado. Una reacción confusa. Una explicación nueva. Conoce la mitad de la verdad escondida, vive el misterio y descubre el secreto completo. +++...