Capítulo Diecisiete.

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8 de enero, 2016.

Abrí la puerta de la habitación de la hermana, Hannah por un milagro de la vida estaba despierta, me dio una sonrisa cómplice. Caminé a hurtadillas hasta la cama de mi hermana, levanté el trozo de pastel que tenía en la mano y lo estrellé contra su mejilla, Clarie se despertó inmediatamente.

– ¡Feliz cumpleaños, hermana! – grité divertida, chupé el poco de chocolate que había quedado en mi dedo. Clarie se levantó de un salto de la cama, tenía la mirada de pocos amigos. La carcajada ronca de Alex resonaba desde la puerta de la habitación y Hannah admiraba la escena desde su cama, claro, con el celular captando el momento.

Clarie se acercó intentando limpiarse la mejilla. Retrocedí cuando entendí su intensión, aunque fue muy tarde, ella esparció el lustre que tenía en su mejilla por la mía.

– ¡Gracias, hermana! – la carcajada del castaño sonó más fuerte, le di una sonrisa malvada a Clarie, ella obviamente la entendió. Ambas caminamos hacia Alex, estaba completamente desconcentrado por lo que fue fácil esparcir el lustre por toda su cara.

– ¿Y yo por qué? – preguntó dando un salto e inclinándose hacia el frente para dejar que las boronas del pastel cayeran.

Ambas nos encogimos de hombros. Me dirigí al baño, lavé mi rostro un par de veces para terminar de felicitar a mi hermana. Una vez que iba saliendo del baño Alex apareció con su rostro cubierto de chocolate.

– Te quedó pastel ahí. – dije señalándolo, él hizo una mueca, pasó su índice por su mejilla y en un movimiento rápido lo pegó en la comisura de mis labios.

– Tú tienes pastel ahí. – respondió divertido.

Rodé mis ojos y me volteé con la intención de volver a lavarme, aunque su mano tomó mi brazo para girarme hacia él, se inclinó y besó el lugar donde estaba el chocolate para después robarme un beso, se alejó un poco y rió por lo bajo.

– Mejor que una servilleta. – me dio un guiño y entró al baño.

Llegué a la cocina para servir los panqueques que Alex había cocinado mientras yo planeaba mi broma. Los dejé en la mesa del comedor haciendo que Leia se levantara en sus dos patas traseras para intentar llegar a ellos. Clarie tomó uno y lo partió a la mitad, le dio una parte de la cachorrita y ella se comió la otra.

– ¡Clarissa, no le des de esa comida! – la regañé, mi hermana se encogió de hombros y se dejó caer en una de las sillas para luego tomar otro panqueque y bañarlo en jarabe.

Alex apareció detrás de Hannah, en realidad venía rodeándole el cuello con sus brazos, Hannah negaba repetidamente con su cabeza. El castaño entrecerró sus ojos hacia ella antes de soltarla, me volteó a ver y me dio una sonrisa inocente.

– ¡Mira lo que tu cuñado amado te trajo de su viaje por las Islas Griegas! – tomó uno de los obsequios y se lo entregó a Clarie.

A decir verdad, no hemos dormido absolutamente nada, el avión se retrasó por una tormenta de nieve, así que llegamos hace unas tres horas al aeropuerto, pero las calles estaban cerradas, así que fueron dos horas y media intentando llegar a la casa. La otra media hora la pasamos haciendo el desayuno.

– Querrás decir: ¡Mira lo que te trajo tu cuñado insoportable del viaje donde jugué de promiscuo con tu hermana por las Islas Griegas! – la carcajada de Hannah resonó en el comedor, Alex hizo una mueca y ladeó su cabeza. – ¿Ni siquiera lo vas a negar?

Él negó con su cabeza y se sentó frente a mi hermana.

– Fue una semana genial. – contestó con su tono coqueto. Levanté mi mano y la estrellé contra la cabeza de Alex. – ¿Qué? ¿Quieres que piensen que eres una niña santa? – rodé mis ojos y tomé un panqueque. – Vale... No, no hicimos nada en una semana donde no teníamos interrupciones. Mucho menos en los cuatro días en el crucero... ¡Oh! Y ni se imaginen nada en el jacuzzi del hotel.

Recuperando El Pasado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora