Capítulo Cuarenta y tres.

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14 de mayo, 2016

Escuché la canción ochentera que Alex le tiene de tono de llamada a su celular, di un bufido y escondí mi cabeza bajo la almohada; sentí el espacio a mi lado hundirse, levanté un poco la almohada al escuchar la voz del castaño. Aclaró su garganta y pasó su mano por su rostro, intentando quitar el cansancio y el sueño que aún tenía. Fruncí mi ceño al ver la mirada de él fija en un punto, quité las cobijas de encima y salí de la cama para tomar la camiseta de él y colocármela.

— Sí, señor. — contestó después de un rato en silencio. — Estaremos ahí. Gracias. — cortó la llamada y dejó el teléfono sobre la mesa a su lado, levantó su mirada para pasarla a mí y agrandar su sonrisa a más no poder. — Tenemos una entrevista con una de las trabajadoras sociales de la agencia.

Abrí mis ojos a más no poder y sentí mi cuerpo enfriarse por completo. Una reunión con un funcionario oficial de la agencia de adopciones. Una reunión. 

— Lauren... — sacudí mi cabeza percatándome de que Alex estaba frente a mí con su mirada preocupada. Tomó mi rostro en sus manos para obligarme a posar mi mirada en la suya, se acercó hasta presionar sus labios en mi frente. — Te amo. — asentí aún distraída. Volvió a besar mi frente, se giró y entró al baño.

Me puse el abrigo y tomé la cajetilla de cigarrillos, abrí la puerta ignorando a los dos perros que rápidamente de acercaron moviendo sus colitas, me desplacé hasta la terraza de la casa, me dejé caer en la banca de madera, atraje mis piernas pegando mis rodillas a mi pecho y encendí uno de los cigarros. Clavé mi mirada en el árbol floreado del jardín del vecino, a quién realmente no le he hablado, la brisa cálida del viento las movía, haciéndolas danzar, debajo de ellas una capa verde cubría el suelo.

— Dijiste que lo dejarías. — volteé mi vista en la dirección en la que venía la voz femenina, la chica delgada con un camisón cubriéndola clavaba su mirada fulminante hacia mí.

— Eso hago. — contesté antes de darle otra calada al cigarro y sacudirlo para quitar la ceniza.

— ¿Fumando? — preguntó irónica. Asentí sin voltearla a ver, la escuché acercarse hasta sentarse a mi lado y quitarme la cajetilla. — Lauren, dijiste que esta caja te duraría un mes. Ese era el trato.

— No la he terminado. — me encogí de hombros. — Y aún faltan quince días para acabar el mes.

— Espero que sepas que te quedan dos cigarros y no podrás comprar más. — rodé mis ojos y asentí de nuevo. Clarie dejó la cajetilla en la banca y se inclinó para acariciar a Leia. — ¿Mamá ya te habla? — negué con mi cabeza. — ¿Qué sucedió entre ustedes?

— Se dio cuenta de que traigo el gen mentiroso en mi sistema. — contesté fría.

— ¿Qué te pasa? — enarcó su ceja hacía mí y se cruzó de brazos.

Le di una calada más y dejé salir el humo lentamente viéndolo desaparecer en el aire.

— Tenemos una entrevista en la agencia de adopciones. — solté en susurro. Vi de reojo los ojos de mi hermana abrirse sorprendidos y cubrir su boca con sus manos para evitar chillar. — Es para verificar que no seamos psicópatas. — ella asintió sin poner mucho cuidado a lo que había dicho.

— ¿Y qué haces aquí? — preguntó saliendo de su euforia. Tomó el cigarro que tenía en mi mano y lo lanzó al suelo para pisarlo, ganándose una queja de mi parte. — No te vas a poner de cobarde ahora. Eres una Masson. — me volteó a ver. — Las Masson no nos damos por vencidas, las Masson regresamos de la muerte y demostramos estar unidas, aunque estemos separadas. Ahora, sé una Masson. Levántate, ve a ducharte y ve a demostrarle a esas personas que eres la mejor opción en ese jodido lugar, que serás una madre increíble y que te mereces la oportunidad.

Recuperando El Pasado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora