Capítulo 25. Te quiero.

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"...quiero que la ames hasta tu último aliento..."

La ama y la amará hasta su último aliento.

Sequé el par de lágrimas que se habían caído por mis mejillas y guardé la carta donde pertenecía. Corrí la caja y suspire. Hora de salir y enfrentar todo.

Abrí la puerta y observé por fuera si veía a alguien. Como no había nadie bajé lentamente hasta que choqué con alguien.

—¿Dónde cojones estabas? —me grita y me abraza fuertemente. Le devuelvo el abrazo y trato de no llorar. Ella odia que llore— ¡Te hemos buscado por horas! Jonathan se ha vuelto loco de remate repitiendo que todo era su culpa y que si te pasaba algo se iba a matar y más mierdas como esas.

Me separo de ella y la miro a los ojos.

—Lo siento tanto, Candice. —la abrazo nuevamente— Nunca quise poner a Sussan y Patrick en peligro, yo —ella me detiene separándose de mi.

—Ya basta, O'Brien. —me sonríe— Lo entiendo. Ya no estoy enfadada contigo. —muerde su labio sin quitar su sonrisa.

—¿Cómo —¿Cómo cojones eso era posible? Cuando Candice se enojaba conmigo normalmente no hablaba por algunos días hasta que yo le compraba un tarro de chocolate y hablábamos de ello.

—Luego de lo que sucedió con Brad, yo —se sonroja un poco—... Pues él casi me arrastró a la sala de juegos y me obligó a que lo escuchara. Todos estaban allí y para hacerla más corta me convencieron y me hicieron comprender la situación. Así que te perdono y sólo espero que logremos protegerlos.

—Lo haremos. —la abrazo nuevamente.

—¡Allí estás! —se oye una voz. Ambas volteamos y vemos a Larry caminar hacia nosotras.— Te hemos buscado por todos lados, chiquilla. —me abraza— ¿Dón —Me mira un poco más. Con el ceño levemente fruncido.— ¿Estuviste —abre sus ojos grandes— ¡Claro! ¡Ese gilipollas!— supongo que se refiere a Jonathan— Ahora comprendo todo. —pone sus manos sobre su cintura— Mejor vayamos, están todos muy preocupados, chiquilla.

Caminamos hasta la sala donde estaban todos y cuando me vieron gritaron de alivio y asombro. Jonathan fue el primero en levantarse y acercarse a mi, pero yo lo miré de mala manera y se apartó entendiendo.

-¡Eda! —corre Wanda a abrazarme. Obviamente le de vivo el abrazo.— Estábamos muy preocupados, ¿Dónde estabas?

Miro a todos y obviamente yo era el centro de atención. Están esperando que suelte donde estaba escondida como una niña jugando a los escondites.

—Estaba... En el ático. —muerdo mi labio. Todos comienzan a asentir y a decir un "Ahh". Yo los miro extraño.

—¡Dije que tendríamos que haber buscado allí!— grita Troy.

—¡Ya entendimos! —dice Brad y luego mira a Candice quien está a mi lado. Ella gira los ojos pero un tono rojizo aparece en sus mejillas.

—Bien, ahora que sabemos que Eda está bien, debo llamar a mis hombres para que dejen de buscarla. —se levanta Will, pero mira a Jonathan de mala manera, algo serio y quizás algo decepcionado.

—Gracias Will y lo lamento, no creí que armaría tanto escandalo. —muerdo mi labio avergonzada y el simplemente sonríe.

—Descuida, querida. —se acerca Wanda en cuanto Will se va— Le diré a Amelie que prepare la cena.

Todos comenzaron a gemir y gritar de satisfacción. Al parecer todos tienen hambre.

Vi como Candice pasaba por mi lado y se sentaba a un lado en el sofá, pero Brad al instante corrió peleando con Troy para ver quien se sentaba a su lado. Troy empujó a Brad y este cayó al piso al instante. Todos comenzaron a reír y Candice puso los ojos en blanco.

Santa Mónica. - Libro 1.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora