Capítulo 15. Versus.

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Luego de perder la pelea y que él desaprobara todo mi guardarropas porque es un cabrón machista terminé por mandarlo a la mierda y decirle que me importaba un carajo su opinión.

No lo desaprobó porque no le gustara si no por el hecho de que alguna de mis prendas eran muy "reveladoras" para el lugar donde íbamos.

Terminé por elegir algo cómodo y casual. Una blusa de tiras junto con una camisa a cuadros oversize, jeans mom y mis vans negras. Y por suerte para mi luego de unos largos veinte minutos Jonathan al fin aceptó, por el simple hecho de que llevaba jean y una camisa. Bufé todo el camino a la mansión Romanoff, a la mansión de los padres de Simon. Jonathan dijo que todos estarán allí y que no quiere que los idiotas de sus amigos me vean como un pedazo de carne, porque resulta que a la hora de mujeres ellos son como lobos.

¿Dónde quedó la Eda que no se dejaba mandonear por un tio?

Luego de media hora viajando por Santa Mónica llegamos a un gran terreno con mucha seguridad y dentro de ese enorme muro color blanco había una mansión más grande que la casa blanca.

Me asombré como nunca y creo que no se me metió una mosca en la boca no sé como. Era sorprendente lo que estaba frente a mis ojos, pero Jonathan está tan acostumbrado a esto que me miró como si fuera estúpida.

Bajamos del coche y fuimos hasta la hermosa mansión color roja y blanca. La puerta se abrió dejándonos ver una mujer de mediana edad con un traje de mucama color rojo.

—Señor Becker. —sonrió la señora.

—Amelie, ella es mi novia, Eda.— me presenta. La señora Amelie me regala una sonrisa de oreja a oreja — Eda, ella es Amelie, fue nuestra nana desde siempre.

Vale, ignorando la parte en la que este tío me presentó como su novia todo fue muy agradable. Amelie me dio un fuerte abrazo y luego nos indicó que todos nos esperaban en la sala. A lo que yo me pregunté quiénes serían todos.

Jonathan tomó mi mano para llevarme a la sala, pero yo me solté y seguí caminando ignorando su suspiro.

—¡Jonathan! —el grito de una mujer rompió mis tímpanos. Ella se acercó en cuanto ambos entramos a la sala— ¡Qué bueno que estás aquí! —lo abraza muy fuerte. Parecía muy preocupada— ¿Y ella?

—Wanda, ella es Eda. —me presenta— Eda, ella es Wanda, es como mi madre. —sonríe.

Wanda gruñe y le contesta: —Soy tu madre. —dice eso y vuelve a mirarme— ¡Por dios, eres preciosa! —me abraza— Dime que es tu novia. —deja sus manos en mis hombros y mira a Jonathan.

—Nosotros —no terminó de decir una sola palabra que Simon interrumpió:

—Si, si lo es. —se acerca a mi y besa mi mejilla. No pude evitar sonrojarme— Que gusto verte otra vez, Ed.

—¿Ya la conocías? —pregunta Wanda cruzándose de brazos.

—Por supuesto. Jonathan y ella han pasado mucho tiempo juntos.

—Oh, que bueno ser la última en enterarme que uno de mis hijos tiene novia. —le gruñe a Jonathan. Él solo se encoge de hombros.

Simplemente sonrío a penas y asiento.

—Ven, Eda, te presentaré al clan, mi padre aún no llega. —pasa un brazo por mis hombros y me guía hacia las personas que estaba allí— Él es Kevin, es buenísimo con la computadora, es un puto hacker. —Kevin me guiña un ojo y yo sólo lo saludo con un apretón de manos.

Santa Mónica. - Libro 1.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora