Capítulo 40. Muerta en vida.

1.8K 121 14
                                    

Otra vez en el ático. No estoy para hablar con nadie. Se que dije que iba a ser fuerte, pero mierda, no puedo. Cada vez que lo recuerdo mi corazón se aplasta. La escena se repite una y otra vez en mi cabeza. Recordarlos a ellos, la estúpida sonrisa de Charlotte, el rostro de Jonathan, el olor a sexo. No puedo soportarlo más. Debo irme de aquí, necesito salir de este lugar porque me volveré loca.
Estoy sofocada por los sentimientos y la nostalgia. Es una herida que tardará en curarse.

Al verme al espejo lo único que veo es una chica que sufrió mucho y aún lo sigue haciendo. Mis ojeras están por el piso, mis ojos están rojos e hinchados, también mi nariz está roja y mis párpados caídos. Estoy pálida y muy delgada. Me veo como una muerta viva.

Ni descubrir que mi madre biológica está viva me noqueó tanto como esto. Amanda es otra perra más en este mundo.

Es hora de salir. Llevo horas y horas aquí. Pero una cosa sé y es que debo irme no de aquí del ático si no que de esta casa. Debo volver al departamento o irme a San Francisco, no lo sé, no quiero alejarme de Candice y por más que odie decirlo no quiero estar tan lejos de Jonathan.

Fui directamente a su habitación y busqué mi bolso. Me vestí pero sólo me puse mi vestido negro con mis sandalias marrones. Até mi cabello con un moño y suspire. Comencé a guardar mis cosas y cuando ya estaba todo listo bajé. No me preocupé siquiera por llevar puesto maquillaje, de todas formas ni todo el maquillaje del mundo podría tapar mi desastroso rostro. No me importa que todo el mundo vea mi dolor.
Voces se oyeron en la sala. Al parecer todo el mundo estaba allí, incluso Will y Wanda. Al entrar todos se quedaron en completo silencio porque cuando giré un poco mi cabeza pude verlo parado al lado de Simon. Sus ojos viajaron a mi rápidamente y sentí como comenzó a faltarme el aire.

—¡Eda! —Candice corrió hacia mi y me abrazó. Intenté con todas mis fuerzas no ponerme a llorar otra vez. Por suerte me soltó antes de que lo haga.

—¿Cómo estás, querida? —Wanda me obsequió una triste sonrisa.

—Bien. —me limito a decir. No tengo muchos ánimos de hablar sobre eso y menos estando Jona frente a mi.

—¿Qué haces con ese bolso? — habló él intentando acercarse a mi pero Simon lo detuvo.— Eda.

Mordí mi lengua y parpadee para tratar de no lagrimear. Las grietas de mi corazón comenzaron a abrirse al oír su voz.

—Eda. —esa fue la voz de Candice. Me giré a ella y la observé con tristeza.

—Lo siento, Candice. —la abrazo fuertemente mientras saco el arma de mi bolso. La tiro sobre la mesa y miro a todos a mi alrededor.— No puedo con esto.—sabía que estaba haciendo, sabía que esas palabras lo destruirían, pero ya no me importa. Él me destruyó primero.

—Eda. —murmura ella— No te vayas, no hace falta.

—Debo volver a mi vida. —la miro. Miro también a Brad que la sostiene con cariño. No iba a dejar que se aleje de él, por eso me voy sola.— Comenzar otra vez. —respiro hondo.

—¿Dónde irás?— preguntó con lágrimas en los ojos.

—No te preocupes por mi. — acaricio su brazo con lentitud. Hasta Wanda tenía lágrimas en los ojos y Larry estaba a punto de estallar en llanto, pero se contenía.— Gracias por todo, Will. —me acerco a él.— Wanda.— le doy un fuerte abrazo.

—Sabes que siempre puedes volver, Eda. —Will palmea mi hombro— Esta siempre será tu casa. —me sonríe a medias y yo asiento.

—Nosotros te llevaremos. —dice Brad cogiendo las llaves de su auto. Candice asiente con la cabeza rápidamente.

Santa Mónica. - Libro 1.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora