Capítulo 58. Destrucción.

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—Tengo algo para ti. —le sonrío a mi niña. Ella entusiasmada corre y se para frente a mi. Entonces le entrego la pequeña caja azul de terciopelo.

Ella la abre muy emocionada y la ve. Inspecciona la cadena, el dije y lo toca con su pequeña mano.

—Es igual que el de ustedes. —exclama emocionada.

—Exacto. Ahora —tomo el dije, lo pongo en la cadena y se lo pongo en el cuello— siempre estaremos contigo.

Ella vuelve a tocarlo, me mira con esos lindos ojos azules y dice: —¡Gracias!—me da un fuerte abrazo— ¡Le contaré a Jonathan! ¿Puedo llamarle?

Dudo un momento, pero no puedo decirle que no a esos ojos azules. Tomo el móvil del bolsillo de mi vestido y marco su número. Unos tonos de marcar después me contesta entonces le paso con Gracie.

—¡Jonathan! —chilla con una gran sonrisa en su rostro— Eda me ha obsequiado un dije igual al de ustedes. —toca el dije con sus dedos— ¡Si! Me encanta. —ríe— ¿Cuando volverás? —su mirada cambia por completo, ahora pasa a ser una mirada triste— Oh, está bien. —hace una mueca que intenta ser sonrisa pero no lo logra— También te echo de menos. —baja su cabeza— Está aquí. —me mira— Claro. Adiós, Jonathan. —me pasa el teléfono.

—¿Jonathan? —contesto y veo que Gracie toma a Barry y camina hacia el sofá para quedarse allí, Esther se sube al sofá y se unde a su lado.— ¿Qué sucedió?

—Aún me quedan algunas semanas más. —contesta.

Abro mis ojos sorprendida: — ¿Algunas semanas? —repito algo decepcionada— ¿Qué es tan importante para estar tanto tiempo allí? —frunzo el entrecejo —Llevas una semana lejos.

Te dije que tenía asuntos que atender, Eda. —bufa.

—Nunca me has dicho qué clase de asuntos son esos. —veo que Sussan entra a la sala con una bandeja de galletas con leche para Gracie, entonces la nota triste y me mira extrañada.

¡Porque eso no es asunto tuyo! —masculla.

Yo me quedo en silencio. ¿Cómo es posible que me siga tratando así? Algo le sucede, lo sé. Ha estado extraño últimamente y no quiere hablar conmigo. Es muy extraño esto del "asunto" que tuvo que ir a hacer a Italia, ni siquiera me ha dicho a qué, simplemente lo dejó estar. Decidí que debía confiar en él y también lo dejé, pero ahora no sé que es lo que le sucede y me preocupa. Jonathan tiene sus arranques, pero no siempre y eso es lo extraño.

Lo oigo suspirar y escucho como una persona le habla, pero esta persona es una mujer, pronuncia su nombre y le dice algo que no entiendo.

Eda, debo irme. —me dice y espera que yo le conteste, pero la mujer misteriosa vuelve a hablar y esta vez un poco más de cerca. Ella le preguntó con quién hablaba y Jonathan le contestó que con nadie.

Está bien. —me limito a decir. Al parecer está irritado y no quiero provocarle pero tengo tantas ganas de preguntarle con quien cojones está.— Adiós. —y cuelgo.

¿Quién mierda era esa mujer?

Mi móvil comienza a sonar nuevamente, pero esta vez no era él, si no que es Simon. Frunzo el ceño ya que es raro que él llame.

¿Simon? —pregunto extrañada.

Eda, ¿Estás bien? —pregunta algo agitado.

Si, ¿Por qué no lo estaría? — algo está mal. Se oye muy extraño, como ai hubiera corrido una maratón.

Giovanni y sus hombres han bombardeado la mansión. —dice. Mis ojos se abren al instante y mi mano tapa mi boca— Todo está destruido.

Santa Mónica. - Libro 1.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora