Capítulo 8. Objetos valiosos.

3.4K 164 12
                                    

La luz del día me estaba molestando y había algo que no dejaba moverme. Abro mis ojos y lo primero se veo es la puerta de la habitación. Bajo mi cabeza y puedo ver la mano de Jonathan rodear mi cintura. Estaba dormido aún, podía sentir su tranquila respiración muy cerca mío. Me remuevo un poco y siento como se queja, no pude evitar morder mi labio viendo lo tierno que de veía.
Cuando pude liberarme de su fuerte brazo caminé en busca de mi ropa interior que estaba tirada por alguna parte de la habitación. Cuando la encuentro me la coloco y corro al baño a refrescarme un poco. Me sentía bien.

Claro, te has acostado con Jonathan, zorra.

Me he acostado con Jonathan. Y lo peor de todo es que no me arrepiento. Me ha hecho sentir de maravilla, cosa que ningún hombre ha logrado hasta ahora.
Me veo al espejo con una espléndida sonrisa y salgo a buscar mi ropa que había dejado preparada en la silla. Me cambio y lo veo allí durmiendo tranquilamente. Decido dejarlo descansar ya que seguramente retomaremos nuestro viaje y necesita dormir bien.

Salgo de la habitación para explorar un poco el lugar. Por suerte no éramos los únicos huéspedes, una pareja más estaba y unos ancianitos que pasaban por aquí decidieron quedarse para descansar aunque me confesaron que no era muy de su agrado, por lo que yo les contesté que tampoco.

—Y dime, Eda ¿A qué han venido con Jonathan? —Lorraine me pregunta. Era una señora muy agradable y me había compartido de su café ya que a su esposo, Marcus, no le gustaba.

—Estamos viajando en motocicleta y como estábamos cansados decidimos parar aquí. —le sonrío mientras bebo un poco de café.

Obviamente omito la parte donde fuimos secuestrados por unos mafiosos italianos y maté a un sujeto, pero bueno detalles...

Estábamos sentadas en el vestíbulo donde había un sofá verde un poco dañado, pero era bastante cómodo.

—Recuerdo cuando Marcus y yo viajábamos, íbamos por todos lados, nos recorrimos toda la Argentina con mochilas cuando éramos jóvenes. —me cuenta mientras me sirve más de su delicioso café.

—Gracias —le sonrío—. Eso es maravilloso.

—Lo era, hasta que nacieron nuestros hijos y tuvimos otras obligaciones. —me sonríe— Aunque tener a nuestros niños fue lo mejor que nos ha pasado.

—Lo imagino. —le dedico mi mejor sonrisa.

En eso vemos como alguien viene corriendo y entra rápidamente al vestíbulo. Era Jonathan, parecía agitado y muy nervioso.

—Eda. —camina hacia mi y me abraza— Estás aquí. —suspira, aliviado al parecer.

Nos separamos y lo miro extrañada.

—¿Estás bien? —acaricio su cabello rubio mientas él recobra su respiración.

—Si, es sólo que...

—Lo siento si te robé a tu novia, pero estábamos charlando y Eda creía que aún dormías. —oímos la voz de Lorraine.

—Oh. —Jonathan mira detrás mío a Lorraine y ella sonríe— Está bien, es sólo que creí que —parecía nervioso.

—¿Qué me había escapado?

Baja la cabeza y comienza a jugar con mis dedos algo incómodo. He puesto incómodo a Jonathan ''Arrogancia'' Becker, quién lo diría.

—Bien, iré a ver como está mi querido esposo, adiós Eda, un gusto charlar contigo. —cuando volteo no damos un gran abrazo.

—Adiós, Lorraine, y espero que lleguéis bien a casa, y te aseguro que tu nieta va a estar bien. —ella toma mis manos y me da algo, como una cadena que no puedo ver bien.

Santa Mónica. - Libro 1.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora