Capítulo 62. Piesas perdidas.

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Jonathan me lanza a Gracie sin previo aviso y ella grita con desesperación por miedo, mirando hacia abajo, pero la atrapo, por suerte. Ambas caemos al piso muy seco y con una fuerza inmensa.

-¿Estás bien? -le pregunto dándole un fuerte abrazo. Ella asiente rapidamente pero no dice nada ya que aún está en shock.

Los disparos comenzaron cuando Jonathan saltó. Gracie y yo nos corrimos y el aterrizó de la misma manera, pero en vez de quedar atontado como yo se levantó rápidamente levantado a Gracie y tomando mi mano comenzamos a correr lejos de las balas que cada vez chocaban más cerca nuestro. Jonathan abrió la puerta de la azotea de una patada y esta se abrió, comenzamos a correr y correr bajando las escaleras de servicio del edificio. Pero estabamos en una encrucijada y no teníamos más opciones. Él se detuvo con Gracie en brazos y sin soltar mi mano a pensar.

-Vamos. -me jaló y comenzamos a correr por uno de los pasillos que por lo que veo va a la puerta de emergencia del edificio.- Saldremos por aquí.- golpeó la puerta que teníamos en frente y nos dio camino al estacionamiento del edificio.

-¡Oh, Dios mío! -cubro mi boca al ver el brazo de Jonathan. Al parecer una bala había rozado su brazo y parece que está muy mal. Su brazo izquierdo está repleto de sangre. -Jona tu brazo.

-Estoy bien, no es nada nuevo. -mira su brazo herido. Entonces tomo el borde de mi vestido y lo arranco para poder envolver su brazo y hacerle un torniquete.- Gracias, nena. -besa mi cabeza.- ¿Ustedes están bien? -nos inspecciona y mira mis rodillas raspadas, mis brazos marcados y mi vestido un poco destrozado por la caída. Niega rápidamente con la cabeza. Gracie está bien ya que cayó sobre mi.

-Estamos bien. -le sonrío sinceramente. Aunque me duela todo el cuerpo y mi labio sangre. Además estoy segura que tendré grandes moratones.

-Intenta abrir alguno, saben que estamos aquí y no tenemos mucho tiempo. -me dice apuntando a los coches.

Asiento rápidamente y corro en busca de algún coche que podamos usar cuando veo desde lejos un descapotable rojo.

-¡Jonathan! -grito y este rápidamente aparece con Gracie aún en sus brazos.

-Perfecto, sube. -me dice y le hago caso. El deja a Gracie atrás mientras el sube intentando encender el coche con los cables que cortó.

La puerta de emergencia se abrió de golpe y dos hombres armados aparecieron. Jonathan nos indicó que bajemos la cabeza, aún no nos habían visto. Estos comenzaron a hablar algo en italiano mientras que Jonathan seguía sin tener éxito con el coche hasta que de pronto el motor se oyó y los hombres se alarmaron, pero antes de que puedan hacer algo Jona salió a toda velocidad saliendo del estacionamiento.

-Tenemos que perderos, seguramente van a seguirnos.- dice muy agitado mirando por el espejo retrovisor. Era de noche y muy tarde, pero las vocinas y las sirenas de la policía eran lo único que se oía. San Francisco está descierto y no se nos hará fácil despistarlos sin tráfico.

-¿Oiste lo que decían? -le pregunto ya que Jonathan sabe muy bien Italiano.

-No llegué a oír. -contestó sin mirarme. Con recelo asentí y voltee para ver a Gracie que estaba apretando mi mano con fuerza.

-Todo estará bien, cariño. -trato de calmarla y aunque ella asiente se que está aterrada y que sólo lo hace para tranquilizarme a mi.

-Tendremos que seguir a pie, Eda. -me dice estacionando el coche en un callejón oscuro- Necesitamos llamar a los chicos.

Simplemente asiento mientras ambos salimos del coche, tomo a Gracie en mis brazos y ambos corrimos por el oscuro callejón. Gracie estaba pegada a mi y no se soltaba por nada en el mundo, aún sigue muy asustada.

Santa Mónica. - Libro 1.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora