Capítulo 49. Ojos azules.

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—Fue estúpido separarnos.

Ambos ya estábamos cambiados y listos. Habíamos abiertos las ventanas para que se vaya un poco el ambiente a sexo.
Lo miré extrañada con el ceño algo fruncido.

—¿De qué hablas?— él enciende el coche y sale de ese extraño y vacío callejón. El lugar sigue estando desierto.

—Estuvimos un mes separados, ¿Y de que sirvió? —frunció el ceño.

—Tal vez no fue el mejor mes de mi vida pero pensé mucho en todo y —él me interrumpió.

—Y no perdiste tiempo, has pasado mucho de el con Carter Giovanni, ¿No?— ese tono de indiferencia no me gusta. ¿Qué mierda le sucede?

—¿Y tú cómo sabes eso? —lo miro esperando que él también lo hiciese.

Pero no dijo nada aunque ya con eso entendí todo.

—Me has seguido todo este tiempo, ¿No es así? —pasé una de mis manos por mi frente. ¿Qué tiene dentro de su cabeza este hombre? Yo también la pasé mal pero no lo he seguido como una psicópata.

—No exageres. —mis ojos se abrieron como dos huevos y no sabía si reír o golpearlo en los testículos. Joder, este tipo está loco.— Sólo quería confirmar que estabas bien. —no me miraba pero en su voz podía notar su vergüenza.

—¡Dios mio, Jonathan! —esta vez sí reí.

—¿En serio te sorprende? — sonríe de lado.

—Habíamos quedado en que nos tomábamos un tiempo para pensar en toda la mierda que había sucedido. —sacudo mis manos. Estaba por arrancarle los pelos cuando una mujer pasó por delante del coche, él hizo una maniobra con el volante para tratar de no atropellarla, la mujer parecía desesperada y está cubierta de sangre. Mi pecho subía y bajaba desesperadamente. Jonathan me miró para confirmar que no estuviera herida. Asiento sin decir una sola palabra por el mismo shock que no me dejaba hablar. Él insistió que no baje del coche pero no pude hacerle caso, la mujer estaba tirada en el piso cubierta de sangre y llorando desesperadamente.

Corrí hacia ella y no me importaron los gritos de Jonathan pidiéndome que me detenga. Debo ayudar a esta mujer.

—Oiga. —me acerco un poco poniendo una mano sobre su hombro. Ella se sobresalta y me mira muy asustada, entonces al ver que no le haría daño se levanta y me toma de la mano jalandome.

—Ayúdame, ayúdame. mi hija... él la matará. —la mujer lloraba y sus manos habían manchado todo mi brazo con sangre. Pude ver que estaba herida.

—¿Quién? ¿Quién matará a su hija? —la tomo de los hombros para que me expliqué qué cojones sucede entonces Jonathan llega y mira a la mujer.

—Por favor. Él está allí dentro con ella. —entonces se cae al suelo y toma los pies de Jonathan. Él me mira preocupado y yo giro mi mirada, entonces veo una casa toda abandonada y veo que sale humo desde dentro.— la matará... mi esposo... él — respiró hondo y se apretó la herida en su vientre. Comenzó a toser, no se si a causa de todo el humo que había consumido o porque su herida la estaba matando.— está escondida —logra terminar jadeante—, en el armario de la cocina.

—Tranquila, iré por ella. —le dice Jonathan intentando que lo soltara con delicadeza. Ella lo hace pero se tira sobre el asfalto y nos mira con una pequeña lagrima que brotaba por su ojo izquierdo.

—Diganle que la amo. — entonces nos da una última sonrisa y dejó de respirar. Mis ojos casi aguaron pero entonces un grito se oyó desde dentro de la casa casi consumida por las llamas.

—Debemos ir por ella. —mis ojos fueron a Jonatan insistiendo y él seguía parado mirando el cuerpo de la mujer allí tirada.

—Tú quédate aquí. —sacó su arma de la cintura— Iré por ella.

Santa Mónica. - Libro 1.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora