Capítulo 33. Esclava y condenada.

2K 122 14
                                    

Los doctores empezaron a corretear por todas partes asustándonos. Wanda me tenía tomada de las manos mientras miraba todos los enfermeros y doctores correr.

—¿Qué sucede? —le pregunto a un doctor que se detuvo a hablar con Will.

—El señor Becker necesita ser operado urgentemente. —mi corazón comienza a acelerarse.

—¿Estará bien? —pregunta Wanda muy preocupada.

—No podemos asegurar eso, ahora nos encargáremos de su hijo. —al decir eso corre detrás de los enfermeros a la sala de operación. Mi corazón se detuvo y sentía que iba a desfallecer. Jonathan aún no despertaba y esta operación era de vida o muerte. Si no se despierta luego de esto hay que tomar una decisión.

Pasaron horas y horas y aún no teníamos noticias. Ninguna enfermera no sabía nada. Estaba con los nervios de punta y con el cuerpo cansado. Hace bastante que no descanso bien, no puedo despegarme de aquí. Estoy parada justo en frente de la puerta donde están operando a mi novio. Nadie sale ni nadie entra. Me estoy comiendo las uñas mientras muevo una pierna desesperadamente. Estoy inquieta. Necesito saber como está.

—Eda, deberías sentarte. —era la voz de Wanda. Volteo y puedo verla junto con Will. Ambos estaban tomados de la mano. Pude ver el anillo de bodas y inmediatamente mi mano viajó a mi collar que Lorraine me obsequió. Es nuestra unión.

—Estoy bien. —trato de sonreírles amablemente.

Ambos se miran y luego vuelven a mirarme con una mirada triste y preocupada.

—Él estará bien. —dice Will.

Tenía la mirada que me hacía Patrick cada vez que me caía de la bicicleta. Mirada de padre angustiado pero queriéndote brindar calma. Veo mucho esa mirada de Will últimamente.

Echo una última mirada a las puertas blancas deseando que alguien salga y me diga que mi Jonathan está bien.
Me decepciono al ver que nadie sale para darme buenas noticias.

—Lo sé. —murmuro jugando nerviosamente con mis dedos.

—¿Por qué no vas a descansar y comer algo? Te avi

—Gracias pero prefiero quedarme aquí. —otra vez con mi mano en mi collar y la otra en mi boca miro hacia las puertas blancas.

Unas horas después Wanda me había convencido que vaya a comer algo. Pero nuevamente no tenía apetito.

—Come algo. —pide Simon mirándome con tristeza.

—Disculpen. —la voz de una mujer nos interrumpió. Ambos volteados y pudimos ver a una de las enfermeras que asistió a Jonathan.— La operación fue un éxito.

—¡Gracias a Dios! —esa era la voz de Wanda detrás nuestro.

Tome mi collar entre mis manos y le agradecí a Dios por esto. Sentía que mi alma regresaba a mi cuerpo. Jonathan está bien, eso es lo importante. No se que me habría pasado si algo le ocurría. No quiero ni siquiera pensarlo. Si hace un rato me sentía devastada no quiero ni imaginar ¡No! Él está bien y fuerte, eso es lo que importa.

Will abrazó a su mujer y yo miré como todos se abrazaban de felicidad.

—¿Puedo verlo? —le pregunto a la enfermera delante mío.

—El señor Becker está sedado, pero cuando se despierte podrán verlo. —responde amablemente.

—Gracias. Muchas gracias. —Wanda corre a abrazar a la pobre enfermera que casi no podía respirar, pero le devolvió el abrazo cortésmente.

Las lágrimas de felicidad no tardaron en salir. Miré a Candice y la muy sentimental también estaba con lágrimas en los ojos. Caminó hacía mi me abrazó fuertemente para luego correr a los brazos de Brad.

Santa Mónica. - Libro 1.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora