Capítulo 2. Corre.

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—¿¡Qué, qué!? —grita Candice mientras buscaba que ponerme para ver a Jonathan hoy.

Nuevamente di vuelta mi guardarropa entero mientras procuraba no arruinar la camisa negra de Jonathan que estaba sobre mi cama.

—¡Eda Sky O'Brien! —grita mi nombre completo como una lunática— ¡Has omitido la parte en donde se tendrán que ver nuevamente!

¡Bingo!

Una blusa a rayas blanca y negra y una falda negra larga con abertura en la pierna izquierda.

Eso es mi estilo más mis vans negras que amo con la vida.

—Solamente lo olvidé, no es la gran cosa, Can. —ruedo los ojos y comienzo a vestirme.

—¡Has estado con cara de estúpida y distraída desde que llegaste usando otra camisa! —dice exaltada. Como normalmente es— Y ahora me dices esto...

—Sólo le devolveré su estúpida camisa y me iré —lo pensé—. O quizá coma algo después, no lo sé.

Al terminar me maquille un poco y deje mi cabello que caiga suelto con algunas ondas que normalmente tengo.

—Debo irme, Candice. —me quejo cuando comenzó a jalarme del brazo para que le cuente más.

Me solté de su agarre y corrí a tomar las llaves de su auto.

—¡Te quiero! —grito antes de irme corriendo a el.

Bien, ya estaba conduciendo hacia el muelle y debo admitir que estoy jodidamente nerviosa, ¿Las razones? Voy a encontrarme con un tio que tiene problemas mentales, bipolaridad y es ridículamente sexy. Simplemente eso.

Maldita sea, ahora no dejo de pensar en él.

Venga, Ed, te encantó. Debes admitirlo.

Oh, tú cállate.

Luego de unos minutos miré mi reloj y eran las 14:31, aún tenía tiempo, hasta podía ir a comprarme algo para comer, pero ¡Nada de batidos! Cuando se trata de Justin nadie sabe, quizá hoy necesite un nuevo pantalón.

No sé por qué hablo como si lo conociera, solamente lo he visto una sola vez en mi vida.

Hasta que al fin encontré un jodido lugar para estacionar ya era muy tarde, así que tenía que olvidarme de comprar algo y correr hasta el muelle para devolverle su camisa que por cierto tiene un delicioso olor a frutos naturales, gracias a el jabón que compró Candice.

14:01 p.m.

Quizá debía correr ya que estaba llegando tarde.

O quizás debería hacerme la importante y hacerlo esperar.

Si, me gustó más esa.

Caminé a paso normal con mi bolso en el hombro y observando toda la gente que había hoy a pesar de ser día de semana, pero como estamos en vacaciones todos vienen siempre. Al igual que Candice y yo.
Desde lejos pude verlo sentado en arriba de un banco mirando hacia la nada. Su mirada se veía algo apagada.

Muerdo mi labio y me acerco sigilosamente a él.

—¿Esperabas a alguien, guapo?

Él levanta su mirada con el ceño fruncido, pero en cuanto me ve su sonrisa pretenciosa ilumina su rostro.
Por dios, se veía tan bien. Llevaba una camiseta blanca junto con unos jeans azules y lo que supongo que son AirMax. Y además, colgando de su camiseta había unas gafas de sol muy lindas y al parecer muy caras. Wouh, el pretencioso tiene dinero.

Santa Mónica. - Libro 1.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora