Capítulo 47. Confusión.

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—Se lo que hiciste. —ella me miró algo extraña pero ya era hora de que se lo diga.— Se que chantajeaste a Jonathan, Amanda.

—Eda, solo quiero protegerte.— ella tomó mi mano sobre la mesa donde estábamos desayunando y me miró por debajo de sus gafas Gucci.

—Debiste pensar en eso cuando me abandonaste como un perro. —saqué mi mano y tomé la taza de té entre mis dedos para darle un pequeño sorbo.

—Creí que me perdonarías por eso. —se saca las gafas oscuras dejándolas a un costado de la mesa redonda.— No sabes cuanto lo siento.

—Entiendo lo de el abandono pero lo que no entiendo es por qué quieres seguir dañándome. —digo seria y con un severo tono. Ella en cambio me mira como si la hubiera ofendido.

—Eda, sabes muy bien que sólo quiero tu bien. —se endereza y me mira con esa misma mirada de ofendida— No te quiero cerca de Becker, ni de los Romanoff, son peligrosos para ti.

—Tú eres peligrosa para mi. — ignoro por completo lo que dijo contestándole de la misma manera.

—No digas eso. —intenta tomar mi mano nuevamente pero no se lo permito.

—Jonathan me dañó —me levanto de la mesa—, pero por causa tuya. —entonces tomo mi jersey y mi bolso y me largo de allí.

• • • • • • • • •

Hoy es el examen de Física y aún no he podido pegar un ojo en toda la noche. Me he encerrado en mi departamento todo este tiempo y lo único que he hecho fue pensar y pensar, comerme el cerebro pensando y analizando todo lo que ha sucedido. Probándome a mi misma que puedo ser madura y fuerte.

Nicolas en cambio no ha querido dejarme sola en ningún momento. Se ha vuelto una persona muy cercana todo este tiempo que llevamos en la universidad. Nos pasamos apuntes, el a veces cae a mi departamento con helado y nos ponemos a ver películas. A veces lo miro y me pregunto por que no puede gustarme una persona normal como él, pero no, estoy total y completamente enamorada de un tío que no controla su mal genio, que es egocéntrico, gilipollas, celoso y no olvidemos a lo que se dedica, pero tampoco puedo olvidar su lado dulce, tierno y amoroso, la manera en la que me deja cartas, la manera en que me besa, en la que me abraza y me toca, en la que me habla cuando estamos solos, y lo más importante como me sonríe y me dice que me ama. Si, después de tanto y de las adversidades aún sigo loca de amor, sólo espero que él también.

El timbre sonó y con un frustrante bufido me levanté de la cama para ir a atender. Abrí la puerta y me encontré con la radiante sonrisa de Nicolas frente a mi.

—Linda pijama. —comienza a reír entrando a mi casa sin que le de permiso, pero no me molestó, no es la primera vez que lo hace.
Miré hacia abajo y noté que llevaba mis pantalones pijama de Ositos Cariñosos y mis pantuflas de pata de animal color marrón. Rodeé los ojos y entré a la cocina mientras Nicolas se acomodaba en el sofá.

—¿Desayunas? —pregunto abriendo la lacena en búsqueda de mis cereales preferidos.

—No, gracias. —se oye desde la sala.

Me encojo de hombros y busco la leche en el refrigerador y me sirvo. Camino en pijamas sin importarme nada hacia donde está, me estiro perezosamente y mientras como mi cereal miro tv. Estaban dando Law & Order: Special Victims Unity como me gusta mucho me acomodé mejor para verlo bajo la intensa mirada de Nicolas, lo cual me pareció algo extraña.

—¿Qué? —pregunto con la boca llena de cereal y leche— ¿Tengo algo en la cara? —dejo el plato a un lado y comienzo a pasarme las manos por ella en busca de algo.

Santa Mónica. - Libro 1.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora