Hoy comienzo la Universidad nuevamente. Hace una semana y media que no se nada de Jonathan. No se como está, si come, si duerme, si sonríe... No se si aún sigue con Charlotte.
Estoy lista y vestida. Sólo me puse una camiseta blanca, unos short de jean rasgados y una chaqueta vintage que pertenecía a Sussan en su adolescencia. Dejé mi pelo suelto con una media coleta y me puse mis Vans negras.
Aún tengo media hora para entrar y Candice me ha prometido un café para desearme suerte. Había hablado con Sussan y Patrick así que quiere platicarme sobre eso.
Tomé las llaves saludé a Sawyer y salí del edificio. Pero resultó que Candice me estaba apoyada sobre un coche blanco totalmente nuevo. La miré divertida pero no me imaginé que iba a agitarme las llaves de ese mismo coche en mi misma cara. Esta vez quedé boquiabierta.
—¡Joder, no! —exclamo realmente sorprendida.
—¡Joder, si! —corre hacia mi dándome un fuerte abrazo— Brad me lo obsequió.
—¡Oh, Dios mío! —miro el hermoso Audi estacionado frente a mis ojos. Estoy flipando.
—Lo sé. —sonríe orgullosa.— ¡Venga, chica, sube! —me da una palmada en el trasero para que avance. Me metro dentro del coche más pijo que he visto y vuelvo a flipar. Si que es divino y lo peor es que huele a gloria.
—¡Que haya más como Brad!— toco el asiento de cuero beige y alucino. Es precioso. Ella enciende el radio y la dulce voz de Adele comienza a sonar.—¿Cómo has logrado que te obsequie un coche?— los ojos se me saldrían de órbita si sigo pispeando el coche.
—No lo sé. —abre bien sus ojos mientras enciende el motor.— Hace dos días me llevó a cenar y me dijo que estaba cansado de que le utilice el coche para ir de compras.— muerde su labio y acomoda el espejo retrovisor que tenía colgado un lindo adorno. Eran unos cubos de colores.— Me sentí fatal cuando me dijo eso, pero su gran y bella sonrisa me confundió. Me cubrió los ojos y me hizo caminar unos pasos fuera del restaurante y cuando me sacó las manos vi a Eli estacionada.
—¿Eli?— levanto una ceja divertida.
—Elizabeth.— contesta muy orgullosa del nombre de su nuevo coche— Como la reina.
—Ya veo. —sonrío.
—Si, casi caigo de culo. Al llegar a casa Jonathan y —se quedó en silencio. Incluso yo no dije una sola palabra.— Lo siento.— me mira apenada.
Yo niego cona cabeza.— Descuida. ¿Cómo —muerdo mi labio— ¿Cómo está él?
Ella suspira y me echa una mirada: —¿En serio quieres saber? —dudo pero asiento al instante— Está fatal.
—Más que yo no lo creo —miro por la ventana.
—No lo sé, Ed. Se ve tan angustiado, tan destrozado que hasta a mi me parte el corazón. — se oía fatal. Pero no se supone que daba importarme, ¿O si?— Estoy tan furiosa con él, pero verlo me causa mucha tristeza. Está pendiente del móvil en todo momento esperando una llamada, hasta que hace unos días se lo entregó a Simon para evitar llamarte. —mi corazón se hizo añicos, pero lo soporté— Tú te ves mejor.
—Es sólo apariencia, Candice.— lamo mis labios y veo que ya habíamos llegado al café en frente de Santa Mónica Collage. Ambas nos bajamos y nos sentamos afuera de este. Candice pidió un Capuchino y dos magdalenas, mientras que yo pedí un té y dos tostadas con mermelada de fresa.— Él se lo buscó.
—Lo sé. Está pasando mucho tiempo con Simon, al parecer por lo que estuve deduciendo él sabe el por qué Jonathan hizo lo que hizo, intenté sacárselo pero no funcionó, Simon es listo.— cuando el camarero vino con nuestra orden me puse a pensar en el comportamiento de Simon el dia que desapareció Justin. Ahora entiendo el por qué me trató de esa forma. Él sabía y no podía decírmelo.
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Santa Mónica. - Libro 1.
RomanceUna joya. Sí, ella era una joya para él, pero no se trataba de eso. Él se enamoró como nunca imaginó, descubrió lo que es sacrificarse por alguien más, alguien a quien amas. Ella creyó en él, sintió y lo amó como nunca había hecho, como nunca había...