Con razón había sentido que no era tanta mentira el decirle que sí. Giró rápidamente. Claro. Había olvidado la pregunta al centrarse en su recuerdo.
— Sí, lo soy...— le respondió con un cuarto de sonrisa, y para colmo, falsa. Se pasó la manga por los ojos para secarse las lágrimas acumuladas.
Su estómago rugió, interrumpiendo toda conversación que hubiera podido formarse entre ella y su nuevo acompañante. Peter bajó la cabeza y revolvió en el bolso que cargaba tras la espalda y le arrojó una bolsa negra que le pegó justo en la cara. Escena que le habría parecido divertida de no haber sido ella la golpeada. Su rostro ardió de inmediato por el impacto.
— ¿Y qué es esto?— se permitió preguntarle. No se molestó en poner una sonrisa falsa o no, porque demasiado hacía conteniendo las ganas de arrojarse sobre él e intentar hacerle daño.
— Es comida.— le respondió Peter.— Tuve que robarla, y no es lo más delicioso que vas a probar, pero funciona. Así que come.
Samantha prefirió no sentarse. Ponerse de pie habría sido una gran molestia de haberlo hecho, debido a su herida en la pierna. Así que se recargó en el árbol más cercano y comió. También advirtió que Peter no se perdió ningún movimiento suyo mientras comía.
Tenía que asimilar tanta información, y entre toda ella, tenía que asumir la verdad: ella no era lo que siempre había creído.
(...)
Peter observó a la chica. No parecía espía, ni mucho menos. Hasta parecía perdida cuándo había despertado. Y cuándo la había encontrado el día anterior con una rozadura de bala en la pierna tampoco había parecido peligrosa. Además, parecía no saber que hacer. Comía el pan con la mirada perdida, al igual que muchos otros que llegaban así; sabiendo que habían perdido su vida, y que no había marcha atrás solo por ser diferentes. Al igual que él, años atrás, ella probablemente no sabría que iba a ser de su vida de ahora en más.
Le parecía interesante incluso, el saber su historia. Cómo había llegado y como había descubierto su sobrenaturalidad. Incluso parecía un poco linda. Pero ya conocía las consecuencias de involucrarse. Prefería no saber ni siquiera su nombre hasta que estuviera seguro de que sería recibida en Millage. Él solo era un guardia de patrullaje, no se suponía que llevara a nadie.
— ¿Terminaste?— inquirió, comenzando a acercarse para recibir la bolsa de comida.
— ¿A ti te parece que no terminé?— la pregunta tenía un intento de tono divertido mientras se sacudía las migajas de las manos, pero su mirada seguía perdida. Estaba intentando distraerse.
— Tenemos que empezar a caminar.
— Tengo una herida de bala en la pierna.
— No, tienes una rozadura de bala en la pierna.— la corrigió.— Además, iremos a tu paso para que no te desmayes del dolor por caminar un metro.— le dijo mientras recogía todo para comenzar el viaje de vuelta. Samantha lo notó y apretó los dientes.
— Puedo caminar perfectamente bien, es solo un rasguño.— le respondió ella con algo de molestia. ¿Qué le pasaba? ¿Por qué era tan grosero?
— Ah, ¿En serio?— ni siquiera la estaba mirando cuando lo preguntó. Estaba revisando que tuviera lo necesario para vivir al menos una semana más mientras volvía. Aún así no necesitaba verla para saber que hasta cierto punto era mentira. Había afirmado que era un balazo completo.
— Sí.
— Entonces vámonos. Si necesitas ayuda, dímelo.— Samantha asintió aunque no podía verla y comenzaron a caminar.
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Millage
FantasyDespués de ser detectada, Samantha solo puede huir, pero cómo podría escapar de una ciudad amurallada y vigilada día y noche? Encontrando un mundo nuevo debajo del suyo, en el que tendrá que pelear para ganarse un lugar entre la gente, las creencias...