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Samantha llevaba el día entero sin dejar de entrenar. Entrenamiento tras entrenamiento.

Sudaba tanto que ya no sentía que el uniforme fuera una parte a parte de su cuerpo. Ella juraría que era parte de su piel... O quizá se había adherido a ella por el sudor.

Estaban por dar las siete de la tarde y ella seguía entrenando. Pero ya estaba cansada. Y Lothar le había dicho que se presentara en su despacho a las siete y media. No quería llegar apestosa y sudorosa al despacho de su maestro, y menos tarde.

Ella entró en el túnel hacia la mansión de Lothar. Debía darse un buen baño cuánto antes.

Ya caminaba por los alfombrados y bellos pasillos, cuándo se topó con aquellos tres. Los tres— que parecían ser buenos amigos— que le habían dado una buena paliza por orden de Lothar. Ella no pudo evitar mirarlos con algo de recelo, aunque sabía que ellos no tenían la culpa, pues solo seguían órdenes de su maestro, igual que ella.

— ¡Hola! — ella les sonrió y asintió con la cabeza.

— Hey. — fue lo único que les respondió.

— ¿Para dónde vas? — aquél le había dado un buen golpe en el pómulo, ¿Cómo no lo iba a reconocer? Miller, si ella no recordaba mal, era ese su nombre.

— Al despacho, Lothar me ha pedido ir. — le respondió.

Arch y Christopher se irguieron como dos pilares detrás de Miller. Los tres le sonrieron.

— Bien. Entonces nos vamos, te veremos luego. — anunció Christopher, y los tres se marcharon.

Ella los miró irse, ¿Que les había picado? Generalmente ni la miraban. Y las ocas veces que había visto a Miller, y llegaban a cruzar alguna palabra, él solía ser frío, jamás habían sido tan enérgicos como esta vez... Porque sí, para ser ellos, es conversación con ella había sido enérgica.

Entró en su habitación y preparó el baño. Una pastilla de jabón con olor a lavanda, al igual que todo su baño, la recibió cálidamente. Se dio el baño más rápido de su vida y salió, después de ponerse pantalones de cuero, una camisa blanca y una chaqueta.

La noche era cálida. Ella no tenía necesidad de usar chaqueta, pero no podía evitar sentirse más segura al usarla. Metió las manos en los bolsillos al caminar al despacho.

Tocó una vez, y no esperó respuesta. Entró en el despacho e hizo una reverencia pequeña ante Lothar, quién apenas levantaba la vista hacia ella. Ella se sentó en una silla frente a él.

— ¿Quería verme?

— Mañana por la mañana, te irás a tu primera misión, tu primera prueba de La Competencia.

Su sonrisa mal hecha se borró en medio parpadeo, pero ella volvió a ponerla en un gesto algo descompuesto en cuanto lo notó.

— Así es. Creí que me diría algo más. — mencionó incómoda.

Él asintió, aún sin devolverle la sonrisa.

— Hoy debes ir a la Cúpula de cristal.

Ella agradeció no haber comido, ni haber estado bebiendo agua cuando él dijo las palabras «Cúpula de Cristal». Ella sabía— era más bien lo que había escuchado— que no se usaba a no ser que fuera una ocasión bastante especial. No habían ido allí en el tiempo que ella llevaba en Millage, y en un par de semanas cumpliría tan solo poco más de un mes. Aunque no es mucho viéndolo así, pensó ella.

Volvió su mirada a los ojos marrones de Lothar.

— Usa un vestido.

— ¿Que habrá allá? — preguntó curiosa.

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