13

116 9 0
                                    

Samantha podía notar la mirada de Peter sobre ella. Pero Samantha no quería voltear, y encontrar algo en sus ojos, que no quisiera saber. Y fuera lo que fuera sabía que no lo quería.

Llegaron a una acera y ella se subió en busca de revisar que su vestido estuviera limpio todavía. Eran largos, si no se ensuciaban de la parte baja de la falda era simplemente un milagro. Y no se acostumbraba aún. Alisó su falda. Se acomodó el cabello, dividiéndolo en dos y luego volvió a ponerse la capucha.

Se giró hacia Peter, quién observaba un balcón, de dónde salía luz de antorchas y bullicio. Seguro se celebraba ahí la cena a la que Lothar había ido. Ella volvió su mirada a Peter que ahora la observaba a ella. Desvió la mirada. No quería nada por ahora, que no fuera su libertad. Si la conseguía, ya podría pensar en algo más— además de mantenerse ella sola—.

— Ya hace frío. — Ella se irguió al notar la voz de Peter detrás de ella, y hubiera jurado que, de no ser por la capucha, hubiera sentido su respiración en su cuello. — Hay que entrar. — ¿Cómo podía portarse así después de ser alguien tan frío en el bosque? ¿Era bipolar o algo así?

— De acuerdo. — Samantha no se atrevió a mirar atrás mientras volvían a la sala.

Samantha se acercó lo más que pudo a una antorcha, en busca de algo de calor. Suspiró ante la deliciosa sensación.

— Si tenías frío, debiste decirme. Habríamos entrado antes.

— No tenía tanto frío, pero también disfruto de algo de calor.

A Peter le pareció extraño que ella no le dirigiera ni siquiera la mirada. ¿Estaría enojada?

— Oye. — Samantha estuvo cerca de rodar los ojos.

— ¿Qué? ¿Lothar ya salió?— giró un poco su cabeza a la puerta dónde Lothar había desaparecido minutos antes.

— No... Oye, ¿Por qué no me miras?

— Miraba a dónde Lothar fue. — no era mentira.

Él no le creyó.

— ¿Estás molesta?— ¿Por qué no podía dejar de complicarle las cosas?

Peter apretó los labios. Se acercó a ella y subió su cabeza, la miró y ella apartó la mirada con furia. ¿Por qué no podía dejarla en paz? Solo quería preocuparse de La Competencia, porque no tenía cabeza para nada más.

— ¿Por qué esquivas mi mirada? ¿Qué hice? — Ella miró a otro lado, y negó. No quería responderle. Quería que se alejara y quería que dejara de hacer preguntas tontas. Quería concentrarse, y quería que Peter dejara de insistir. Esperaba que Lothar se equivocara, porque ella no lo quería de esa manera.

(...)

Lothar observó con un poco de burla a Peter. Aunque también había algo de satisfacción, porque lo tomaría como una victoria para él. A ella no podía matarla, era su Candidata. Pero Peter tenía que aprender si no lo había hecho la última vez.

— ¿Que sucede, Peter? — inquirió.

En solo medio segundo Peter apartó la mano de Samantha y se giró, tenso.

— Tiene un hematoma en su pómulo. — señaló Peter. ¿De verdad pensaba que podía engañarlo?

— Nos vamos.— Samantha caminó tras él apenas pasó por su lado en dirección a la salida, y no giró.

Peter apretó un puño y lo volvió a aflojar. ¿De verdad había logrado que se decidiera a alejarse en el Bosque? ¿O era que simplemente no le parecía guapo? Él se consideraba relativamente guapo. Quería decir, era decente, ¿No?

MillageDonde viven las historias. Descúbrelo ahora