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Lothar caminó por el pasillo de los Subterráneos con Samantha y Peter detrás como la primera vez que la había llevado a ella.

— Tengo un trato que cerrar.

Esta vez, no fue hacia las habitaciones.

Era un pasillo algo oscuro, con unas divisiones de madera con techo. Lothar se sentó y luego de algunos minutos llegó quien esperaba.

— ¿Tú eres Lothar?

— Debes ser nuevo en Millage si no me conoces, pero sí, soy yo.

— Necesito que...— el hombre frente a él tragó duro. Lothar alzó una ceja en su dirección, invitándolo a seguir hablando.— Necesito que mates a mis compañeros.

Ésta vez ambas cejas marrones se alzaron divertidas y una carcajada salió de sus labios.

— ¡Vaya! Eso es algo que jamás había escuchado, dime, ¿Por qué necesitas— recalcó.— que asesine a estos compañeros tuyos? ¿Que te han hecho?

Justo en ese momento, todos los músculos del Detector encubierto frente a él se tensaron notablemente.

— Son Detectores de Hickens.

Lothar dejó de reír, sus cejas volvieron a la normalidad, y sus ojos se volvieron tan filosos como de costumbre.

— Debo suponer que tú también lo eres, Leger Finn.

Leger no se molestó en negarlo, o en preguntar cómo sabía su nombre completo, pues sabía que Lothar además de ser rico— y por ende tener recursos— era inteligente, lo suficiente para coronarse en la cima de todos los asesinos que había.

— Sí, lo soy.

— En ese caso no tenemos nada de lo que hablar. Y de hecho tampoco deberías estar vivo.— dijo Lothar con un dejo de diversión en su voz, aunque parecía más una amenaza.

A Leger le preocupó que un gran asesino le dijera eso, pero no se dio el tiempo de preguntar.

— Yo creo que sí. Quiero revelar los planes de la ciudad.

Lothar, quién se había levantado y dado la vuelta, giró enfurecido hacia Leger.

— ¿A cambio de qué?— rugió.— ¿De una vida como uno más de los nuestros, después de que intentaras asesinar a muchos de nosotros?— en realidad, Lothar jamás había tenido ninguna sobrenaturalidad.

Leger no se permitió cerrar los ojos ante la expectativa de recibir un impacto.

— Nunca he intentado matar a uno de los tuyos. Incluso he ayudado. Los Detectores saben de Millage, todos. Respecto a eso temo que no pude ayudar. Pero ayudé a qué no los buscaran. Cambié las posibles ubicaciones de Millage a desconocida. Y me han enviado aquí con el propósito de recopilar información, y llevarla de vuelta, para después destruir está ciudad y a sus sobrenaturales habitantes.— confesó. En realidad se había quedado sin aire, pero le pareció mejor decirlo antes de que el asesino frente a él lo matara.

La mirada en los ojos marrones del asesino se mantuvo neutral. No molesta como hace tan solo segundos, pero tampoco mostraba nada más.

— ¿Y?

— Intento impedirlo. No creo que los sobrenaturales deban ser perseguidos o ejecutados. Por eso quiero que mates a mis compañeros.

— Supongamos que acepto.— le dijo Lothar.— ¿Te quedarías aquí, fingirías tu deceso... Y luego qué?

— Y luego nada. Desaparecería de tu vida para siempre.

— No. No lo creo. En algún momento habría que cruzarnos de nuevo.

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