Apenas abrió la puerta, entró. Peter estuvo a punto de entrar con ella para darle algunos comentarios sobre los duelos, hasta que la puerta se cerró en su cara.
Samantha seguía molesta. Una parte de ella lo estaría mucho tiempo. Millage era un horrible lugar. Apenas terminara La Competencia, se iría y nunca volvería a pisarlo.
— Abre la puerta. Tengo unas cosas que decirte sobre la espada.
— Solo vete.— su voz sonó ahogada detrás de la puerta.
— No, me quedaré hasta que hablemos y luego irás a dormir. Mañana será un día importante.
Samantha abrió la puerta, malhumorada. Tal vez los consejos fueran lo único realmente útil que Peter podría hacer por ella. No podía decir que lo odiaba, pero odiaba lo que le había pasado por su culpa.
Peter pasó y luego cerró la puerta. Entró en el salón de juegos y volvió con la vara del sadario* para dárselo.
— Sújetalo como si fuera la espada.— Samantha colocó la mano y Peter le corrigió el agarre.— Baja el pulgar, tendrás mayor apoyo. Si ves que tu oponente es más fuerte, tómala con las dos manos.— Samantha sujetó con las dos manos la base y Peter volvió a mover sus pulgares.— Nunca encimes las manos. Si te quitan la espada es mejor soltarla. Si tienes las manos así te vas a enredar y junto con la espada se pueden llevar tu brazo.— le advirtió.
Samantha apretó los dientes. La situación tensa comenzaba a molestarla. Además jamás había pensado que terminaría así. Aprendiendo a agarrar una espada. Le preocupaba también qué tan comprometida estaría su integridad física durante La Competencia. Le preocupaba lo que tendría que hacer para sobrevivir, y para ganar.
— Ya entendí.— él no se movió.— ¿Otra cosa?
— Sí. La demostración de mañana se trata de impresionar a los maestros. Si te encuentras en desventaja, retrocede, pero pase lo que pase no dejes que la espada de tu enemigo te toque.
— ¿Qué pasa si no gano?
— Intenta demostrar tus habilidades y tu potencial. Si la pelea se alarga demasiado, la darán por terminada, pero no perderás.— mencionó Peter para intentar evitar el tema que Samantha había sacado a colación.
— No, Peter, ¿Qué va a pasar si me vencen?— él suspiró pesadamente.
— Lo más probable es que ningún maestro te elija. Terminarías como...— ella no le respondió. Ya lo sabía. Terminaría como Phillis, eso era lo que Peter no se atrevía a decirle. Él miró hacia otro lado.— Bueno, duérmete. Mañana tienes que demostrar que puedes ganar.
Ella decidió tomarlo como una forma de decirle que él también pensaba que podía ganar. Era lo suficientemente orgullosa, y estaba lo suficientemente molesta también cómo para pedirle disculpas. Pero por ahora era el único que podía ayudarle.
— Está bien. ¿Crees que pueda lograrlo?— Peter la observó durante un momento.
— Sí. Y tienes que hacerlo. Hasta mañana.
Ella no se despidió, pero sí lo pensó. Los nervios la estaban ahogando, pero no podía permitirse colapsar. Tenía que conseguir un buen mentor. Y justo en ese momento no tenía claros sus límites.
(...)
Peter tomó un respiro mientras caminaba por los pasillos. Había visto a chicas y chicos perder a lo largo de sus años de servicio. Se había visto atado al Castillo, y a Lothar. Y aunque le parecía irreal que estuviera cerca de liberarse del general, también le parecía un problema. Desde los dieciséis solo había pensado en sobrevivir. Y hasta hace poco también era lo único en lo que seguía pensando. Pero ahora le comenzaba a preocupar su futuro. Seguía siendo incierto, pero sabía que Lothar no lo mataría. En cuánto volviera, seguramente Samantha y él se separarían. Ella estaría a salvo con su mentor, y él pagaría su deuda para poder ser libre.
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Millage
FantasyDespués de ser detectada, Samantha solo puede huir, pero cómo podría escapar de una ciudad amurallada y vigilada día y noche? Encontrando un mundo nuevo debajo del suyo, en el que tendrá que pelear para ganarse un lugar entre la gente, las creencias...