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— Bienvenido Peter. — Lothar lo recibió con una sonrisa vacía.

Peter se la devolvió con un dejo de incomodidad y entró con paso ligero en el comedor.

— Cómo saben este año solo tengo una Candidata aprendiz— aunque la razón de que fuera su única elegida era que Nael había sido prácticamente vendido.— Por lo tanto, se irá y para despedirla, como todos los años se celebrará una cena en la Cúpula. — agregó.

La Cúpula de Cristal llevaba sin usarse desde el último cumpleaños de Miller. No se usaba para nada más que para sus cumpleaños, y justamente, la despedida para la primera misión. Lothar no celebraba sus cumpleaños por alguna razón desconocida.

— Todos pueden asistir. Sin embargo, tengan todos en cuenta que son ustedes quienes han venido a mi.— Para Lothar era común estar bajo constante peligro, no significaba que realmente hubiera caído en muchas de las trampas que le habían tendido.

Las pocas sonrisas que se habían formado en la sala se borraron de inmediato.

— No quiero ropa de batalla. Bueno, es tarde. Vayan a dormir, y descansen. Mañana practicarán hasta el cansancio hasta las siete de la noche. — si bien no era algo precisamente emocionante debido a que los entrenamientos a los que Lothar los sometía eran exhaustivos, valía la pena someterse a ellos, porque los resultados eran evidentes en quienes cumplían al pie de la letra las ordenes.

Las filas de aprendices se retiraron, y junto con ellos Peter, que se retiró antes de que Lothar lo llamara para alguna tarea específica.

Pasaba entre el bullicio cuándo se encontró frente a la habitación de Samantha. Tocó la puerta. Pero ella no respondió. Abrió la puerta y se asomó. Estaba durmiendo. Entró en la habitación y cerró. Samantha se iría pronto a la misión, y quisiera o no, le preocupaba que no volviera. Las misiones eran peligrosas, aunque fuera buena, no era seguro que sobreviviera. Tenía que verla antes. Ella se removió incómoda, como si pudiera sentir su mirada penetrante sobre ella.

Estaba preocupado por los extremos entrenamientos a los que ella estaba dispuesta a someterse por libertad. Incluso él lo había hecho, cuando tenía dieciséis y... Bueno, eso era el pasado. Peter la miró, estaba profundamente dormida. Si ella no podía escucharlo... Él probablemente podría ser sincero. Esperaba que Lothar no estuviera cerca, porque de ser así, lo sancionaría después de cantar victoria.

Suspiró y se recostó junto a ella y miró el techo. El cansancio de los entrenamientos de Lothar solía llegar a grados que dejaban en la inconsciencia al dormir.

— ¿Sabes? Ahora que no puedes oírme puedo hablarte sinceramente sin temer que me vayas a golpear— dijo bromeando para terminar de comprobar. Suspiró antes de decidir hacerlo: — Me atraes... Demasiado para mí gusto. Aunque no sé si sientas lo mismo. Llevo un mes sintiéndome así. Y....— miró el techo durante dos segundos, pidiendo perdón a los dioses por si era pecado, y volvió a mirarla a ella. — Y sé que es demasiado peligroso para ambos, sea correspondido o no.

Se inclinó y besó su mejilla con suavidad, sabiendo que ella no le respondería. A él no le importó. Hace tiempo se había sentido igual, aunque si hubiera sabido como terminaría todo, no se hubiera permitido seguir, o sentir. Era el problema de ser una propiedad. En Millage, hasta no pagar no eras una persona. Solo un objeto. Involucrarse con otra persona era peligroso, en especial con Lothar. Tal vez las cosas serían distintas si el príncipe Garant estuviera en su cargo.

Aún parecía dormida. Él dio una última mirada hacia ella antes de volver a salir con los nervios a flor de piel. Miró a los lados. Lothar no estaba allí. Había tenido mucha, pero en serio mucha suerte. Entró en la habitación de la derecha y cerró.

Lothar no podía enterarse. No de verdad. Incluso si no se llegaba a tratar de él, ella no debía sentir nada por nadie, sino hasta después de pagar su deuda, o todo terminaría mal, así de sencillas eran las cosas.

Así habían sido para él.

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