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Leger caminó en círculos. Había pasado una semana y parecía que esos cinco chicos estaban perfectamente listos para la misión, algo que lo hacía sentir realmente enfermo.

— Naoki.— lo llamó.

— ¿Si, señor?

Él casi vomitó al escuchar su voz. Si tenían éxito, Millage sería destruido, y los sobrenaturales masacrados hasta no dejar rastro de su existencia más que un cuento de terror para contar en una fogata y hacer creer a los que lo escucharan que era tan solo un invento, salido de la imaginación de alguien para aterrorizarlos. Nada más que un cuento para dormir, probablemente deformado, de ciencia ficción.

— Alisten sus maletas. Parten hoy mismo.

— Por supuesto.

Escuchar esa órden saliendo de su propia boca le causó migraña. Quizá realmente estaba enfermo.

Si quería evitar este gran desastre había solo una manera. Y sabía que podría causar su muerte, o la muerte de los sobrenaturales. Por donde miraba había solo muerte en las opciones. Pero en esa dónde él iba también, y ayudaba a detener esa misión y fingir su deceso, en esa quizá, había una posibilidad de vivir.

Caminó decidido hasta la oficina de su jefe. Entró en silencio y después de notar como lo miraba por el rabillo del ojos, habló.

— Señor, quisiera un permiso, para poder ir a la misión a Millage.

— ¿Tú... Quieres ir a Millage?— Leger asintió.— ¿Por qué?

— Creo que sería más sencillo comandar y organizar desde allí está misión.

— Es algo muy peligroso, Leger.— su nombre sonó envenenado de sus labios.— Si vas allí, no es seguro que vuelvas.

— Lo sé, señor.

— ¿Lo sabes?

Leger asintió. Su jefe se levantó dando un estruendoso golpe con su puño en el escritorio.

— ¡Pues no pareces saberlo!

El silencio se extendió en la oficina, por parte de Leger, teniendo decir algo incorrecto, que firmara su sentencia.

— Si quiere ir, ve. Pero solo te aviso de los riesgos. No habrá vuelta atrás, señor Leger.— él sabía a lo que se enfrentaba, pero sabía más a lo que se enfrentarían los sobrenaturales si no los advertía al menos.

— Muchas gracias, señor.

— Espero que vuelvas. De preferencia en una pieza.— añadió.— eres un gran Detector, no me gustaría perder a un soldado tan bueno.

— Espero que así sea.

Y salió.

Ya tenía su permiso, solo debía evitar la gran catástrofe que venía.

(...)

Los chicos que lo acompañaban llevaban ropa común, y él se sentía extraño sin su uniforme.

Estaban algo adentrados en el bosque y no sería creíble si iban como si nada. Entonces no tendría oportunidad de entrar a Millage, y mas bien si entraba, sería para ser decapitado.

Los llamó a todos. Ni siquiera recordaba los nombres de todos ellos.

— A ver. Quiero que se vean desaliñados como si vinieran de una batalla, o seremos decapitados todos si nos descubren.— advirtió Leger hacía su grupo de cinco sin contarlo.

Ellos asintieron pero no sé movieron y eso lo enfureció.

— Si entendieron no se por que siguen aquí ¡Largo, vayan a hacer lo que les ordené!

Si bien siempre había tenido él uniforme de Detector, mientras actuaba como un sobrenatural encubierto, ahora sí se sentía como uno de los Detectores.

La migraña palpitó en sus sienes sin piedad. El gruñó y también comenzó su tarea para verse desaliñado.

(...)

Varios minutos después ellos estaban tirados en el suelo. Ya era de noche.

La luna no alumbraba tanto como él siempre pensó.

Asi que cerraron los ojos y durmieron.

No pasó mucho antes de que volvieran a despertar, y no precisamente por la luz del sol en sus rostros.

— ¡Arriba!

Leger sintió unos brazos sacudirlo y aprisionarlo de las muñecas con... Una cuerda. No tenían esposas. Su mirada viajo a sus estudiantes, quienes lucían desinteresados al ser arrestados por sobrenaturales.

Él hubiera chocado su cabeza con un árbol de no ser porque era un prisionero.

— ¿Quienes son ustedes?

Un guardia lo miraba, como si supiera que él era el líder del grupo que allí se encontraba.

— Huimos.— fue lo único que respondió.

— No es así como suelen llegar los sobrenaturales.— le dijo señalando la ropa de su grupo de cinco chicos, quienes tenían las ropas limpias y solo desacomodadas.

Le dieron unas enormes ganas de gritar lo incompetentes que eran los cinco chicos que lo acompañaban.

— Teníamos planeado escapar.— volvió a responder él.

— Nos vamos.— ordenó el guardia ignorando sus palabras completamente.

— ¿A dónde vamos?— Leger No resistió las palabras en su boca.

Sin embargo, el guardia solo le dió una mirada afilada, como si le dijera que si decía una palabra más, le cortaría la lengua.

— Andando.

Comenzaron a moverse hacia Millage, aún si no habían dado el nombre, Leger sabía que lo hacían. Y el solo podía pensar en una cosas. Salvar a los sobrenaturales. Después de todo, no merecían morir. Eran solo personas con habilidades que ni siquiera tendían a usarlas. Y muchas de ellas inocentes.

Un guardia lo empujó al notar que no se movía. Y ciertamente, él no había notado que no se movía.

— ¿Así es como llevan a casa sobrenatural que encuentran?

— Así es como llevamos a los que parecen infiltrados y no sobrenaturales... Señor.— añadió.

Leger apretó los dientes. No era tan viejo, ¿Verdad?

Luego suspiró.

Podría ir a Millage, y eso era lo que importaba.

MillageDonde viven las historias. Descúbrelo ahora