Capitulo 51.

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Eran las 3:02 de la mañana cuando desperté.

Estoy somnolienta y cansada, pero seguramente acostada entre los brazos de Tom, mientras él dormía a mi lado con su mano sobre mi estomago y la otra descansaba entre nosotros. Trate de mover sus dedos para levantarme pero los aprieta más contra mi estomago, y me da un beso suave en la espalda.

— Quedate —Su voz suena ronca.

Sonrío y trato de volver a quedarme dormida, presionándome más contra él mientras vuelve a dormirse.

La cinta de luz del pasillo que pasa por debajo de la puerta capta mi atención. Todas las luces estaban apagadas antes de dormirnos. ¿Porque la del pasillo esta encendida?

Toc. Toc. Toc.

Hay un leve sonido de nudillos tocar contra la puerta de Tom, pero no puedo entender quien tocaría su puerta a estas horas. Normalmente los sirvientes nunca nos molestan.

— Tom, por favor abre la puerta.

Una voz. Femenina. Suave, pero de tono profundo.

Miro a Tom y me pregunto si le habrá dado permiso al portero para que dejara que una de sus conquistas locas entrara y saliera de la casa cuando se le diera la gana, pero sabia que ese no era el caso.

Los golpes se vuelven mas rápidos y más persistentes.

— Tom, te necesito.

Le doy un codazo, tratando de despertarlo pero él solo gime y se vuelve hacia el otro lado.

— Tom, una de tus novias estupidas entro a la casa. —No responde— ¡Tom! —Le digo mas alto, pero aun así no responde.

Me pongo de pie y llamo a los de seguridad en la planta baja. Mis manos se están poniendo frías. Me paro cerca de la puerta y miro al piso, mirando como la sombra que se entrometía en la privacidad de mi hogar caminaba de un lado a otro.

En cuestión de minutos escucho pasos que solo pueden ser del guardia de seguridad de la casa, cuyo nombre ya se me olvido.

— ¿Señorita? —Lo oigo preguntar— El Sr. Kaulitz no se encuentra, ¿se puede saber quien es usted?

— Mi nombre. —Dijo la voz lentamente— es Karina. Tom me esta esperando.

Ese nombre. Me pongo mi bata y abro la puerta; mi curiosidad era mucho mayor que mi seguridad.

Ahí estaba ella. El gran enigma. La tipa no es tan alta, pero si mas que yo por unos centímetros. Su rostro es pequeño y delicadamente estructurado.. sus labios llenos, y su cabello es igual al de la fotografía, largo y castaño. Sus ojos son azules.. como si tuvieran mas secretos que los míos.

— Hola —Me trata con cortesía y casi puedo perdonarla por asustarme, porque hay algo en ella. Algo melancólico y triste..— Siento mucho despertarte, pero estaba buscando a Tom.

Recupero mi soberbia compostura con facilidad.

— Aja.. disculpa por como te voy a decir esto pero.. ¿quien coño te crees para venir a esta casa a estas horas?

— Tenia que verlo —Responde en voz baja— Me dijo que podía venir cuando quisiera.

— Bueno, esta casa no solo es de él. —La miro mal, frustrada por como ella parecía imperturbable por mi actitud maliciosa— Por si no te has enterado, yo también vivo aquí.

Siento un par de brazos calientes alrededor de mi cintura.

— ¿_____, podemos volver a la cama? —Me susurra detrás de la puerta, sus antebrazos son lo único que se puede ver desde afuera. Quería esconderlo de ella y ser egoísta, el es mio. 

Confesiones. Tom Kaulitz.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora