Capítulo 3.

1.4K 91 2
                                    

'algo anda mal, algo no anda bien'

La música clásica suena en un restaurante caro de comida francesa. El lugar está súper llenó de gente adinerada. Y nosotros somos como la perla de la ostra. La pareja que todos, viejos y jóvenes, desean ser. Pero lo que no sabían era que había un silencio incomodo entré nosotros mientras tomábamos de nuestro vino.

— ¿Éstas ansiosa por la fiesta de mañana?

— Si pero no tanto como tú.

— ¿Qué quieres decir? —Pregunto sorprendido, pff como si no lo supiera.

— Laura Diaz va a estar ahí.

— ¿Cuántas veces te tengo que decir que no estoy interesado en ella? No sé de donde sacaste eso.

— Tú sabes de donde. Los vi...

— No fue nada, solo la estaba ayudando —Me interrumpió— ¡Eres tan paranoica a veces! tú no eres ninguna santa.

— ¿Qué me tratas de decir?

— ¡Nada! olvídalo, ¿ok?

— Ok. Voy al baño.

Esteban trató de ayudarme con la silla pero estaba de pie antes de que pudiera hacer algo. Si no fuera tan rico, hubiera terminado con él hace mucho tiempo.

Entré al baño e inhale un poco de coca.. -si cocaína, no me juzguen, y si me van a juzgar pues no lean mi historia- Aja, como les seguía contando. Inhale un poco para calmar mis nervios y me arreglé un poco el pelo. La puerta del baño se abre, y entra una rubia, con tetas operadas y con un vestido que parecía de prostituta. Me sonríe y se para a lado mío en el espejo.

— ¿Eres ______ ______ verdad?

— Si —Respondí con una sonrisa falsa.

— ¿Él que está contigo es Esteban Vanderbilt?

— Si, es mi novio.

Los ojos casi se le salen de la sorpresa— ¿En serio? te juro que no sabia que estaba saliendo con alguien. Estaba bajo la impresión de que estaba soltero.

— ¿Y que te hizo pensar eso?

— Pues eso fue lo que me dijo cuando estuve con él hace como 2 semanas —Dijo mientras se ponía labial.

— ¿Estuviste con Estaban? Quieres decir que...

— Mira, no quiero causar problemas —Dijo fingiendo estar preocupada y se va hacía la puerta, pero la detuve.

— No, no. Quiero saber exactamente cuando estuviste con él.

— Hace como dos sábados.. Me invitó a su casa, y me quedé todo el fin de semana. De hecho dejé algunas cosas haya y cuando lo vi está tarde no me dejo ir a buscarlas. Ahora se porque.

¡Voy a matar a ese idiota!— ¿Hace cuanto tiempo que se ven?

— Hace como un mes. Para decirte la verdad, el sexo no es muy bueno, pero los regalos si.

— ¿Regalos?

— Si, me regaló esto hace unas semanas —Me mostró su muñeca, en la que había un hermoso brazalete— ¿No es hermoso?

— Si eso pensé —Le mostré mi muñeca, y tenía el mismo brazalete.

— ¿Qué podemos esperar de los hombres? —Dijo encogida de hombros— Por eso no me apego mucho a ellos... si no te están engañando ahora, lo harán algún dia. Siempre es así.

— Supongo que tienes razón.

Cuando iba de regreso a la mesa vi a Esteban hablando con OTRA rubia. Cuando me vio, camino hacía mí con una sonrisa.

— Ahí estas, ya me estaba preocupando.

— ¿Esa quién era? —Pregunte sentándome en la mesa.

— Ah, Ashley Banks. Estudie con ella en la secundaria.

— Ah, que bien.

— ¿Estas bien?

— Perfecta —Sonrei.

***

En el camino de vuelta a casa, lo mire mientras pensaba en como castigarlo por lo que hizo.

— ¿Cuánto tiempo llevas engañándome?

— ¿Qué? ¿de que hablas? —preguntó sorprendido.

— Conocí a tu 'amiga' en el baño. Con la que te acostaste hace dos semanas cuando me fui a la ciudad.

— ¿Estas drogada? Jamás me he acostado con nadie que no seas tú. Siempre te he sido fiel.

— ¡MENTIRA! ¡Eres un mentiroso! —Le grité dándole muchos puños por la rabia que tenía. El carro bajo la velocidad y Esteban se estacionó a un lado de la calle.

— ¡Deja de pegarme, loca! —dijo agarrándome las dos manos.

— Admitelo.

— Ok. ¿Y qué si lo estoy haciendo? ¡Ni que tú no estuvieras haciendo lo mismo!

— ¡Yo nunca te he engañado!

— ¡Por favor! Yo se que no eres un angelito.

— ¿Y con quién te estoy engañando, a ver?

— Pues podemos empezar con tu hermano.

— ¿!Tom!? ¿Éstas loco? ¡Es mi hermano!

— Hermanastro, y he visto como se miran... ¡es desagradable! Y siempre te llama... y siempre está contigo.

— Porque vivo con él. No me acuesto con él.

— Si si si como sea. ¿Sabes qué? Estoy harto de todo esto.

Por un segundo pensé que no había oído bien— ¿Estas harto de qué?

Suspira, como si esto fuera difícil para él— Nosotros. No puedo más con tus jueguitos ______.

El shock que sentí al principio se convirtió en ira— ¿Tú estas terminando conmigo? —JA JA JA el estupido esta terminando conmigo.

— Si. Ahora no vengas a rogarme porque sabias que esto nunca iba a...

Sin escucharlo más le pegué en el centro de la cara y salí del carro. Comencé a caminar y él me siguió con el carro.

— ¿Qué estas haciendo? Sube al carro.

— ¡Muerete! ¡No puedo creer que perdí mi tiempo con alguien que tiene el pene del tamaño de un alfiler!

— ¿Disculpa?

— Me escuchaste perfectamente. Y ya estoy cansada de fingir orgasmos.

— ¡Perra estupida! ¡Que disfrutes el largó camino de vuelta a tu casa!

Esteban acelera y se va. Y yo seguí caminando, cuando de la nada empieza a llover.

— Lo último que me faltaba.

Confesiones. Tom Kaulitz.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora