Capítulo 3

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08:19 am

Dos fuertes golpes provenientes de la puerta hicieron que abriese los ojos, miré a mi alrededor extrañada hasta que recordé todo lo ocurrido anoche. Dos nuevos toques sobre la puerta provocaron que reaccionase de una vez por todas.

Mi madre no podía ver aquellas fotos, eso era lo que menos le convenía en esos momentos.

— ¡Voy! — dije en voz muy alta mientras recogía todas las fotografías. Las coloqué en uno de los cajones, muy al fondo, y corrí hasta la puerta. Al abrirla me encontré a un Ben muy enfadado.

— ¡Mia! ¡Quedan diez minutos para que empiecen las clases! — me regañó.

De manera alterada corrí rápidamente hacia mi habitación, cogiendo cualquier vestimenta, para no esperar dos segundos e ir al baño, donde eché agua sobre mi pelo y lo peine por encima para que estuviese más o menos decente. Ni siquiera me dio tiempo a desayunar por lo que pasaría hambre durante las dos próximas horas. Ben llamó unas nueve veces seguidas al timbre forzándome a correr más, tomé mi maleta y la cargué sobre uno de mis hombros para salir tan apresurada de mi casa como si esta estuviese ardiendo.

Segundo día de instituto, patético. Así me resultaron las primeras cuatro horas y lo único que me alentaba era pensar que únicamente me quedaban dos más. La materia que tocaba a cuarta era biología, la cual era una de las pocas asignaturas que no me disgustaban tanto como otras, por no decir la única. El profesor Robert nos ordenó que nos sentáramos por parejas, miré a mí alrededor y la mayoría ya estaban adjudicados a una, lo que provocó que me pusiera muy nerviosa, odiaba estos momentos. Una chica pelirroja, con múltiples pecas sobre sus mejillas se acercó a mí.

— ¿Tienes compañera? — me preguntó tímidamente.

— No — sonreí — Siéntate — la chica asintió agradecida y nos colocamos en una de las mesas al lado de las ventanas.

— Bien — habló el profesor — Espero que os agrade vuestro compañero ya que será el que esté a vuestro lado en este último curso. Bueno, hoy empezaremos con la composición de las células, abrid los libros por la página 14.

— Me llamo Mia — me presenté mientras cogía de mi maleta mi libro.

— Gina Stephen, encantada — me sonrió amable, y nos dedicamos a escuchar a Robert.

La clase transcurría algo rápido en comparación con otras, cuando la puerta sonó haciendo que todo el mundo dirigiese su mirada curiosa hacia ella.

— Adelante — habló Robert, quien sería nuestro tutor a lo largo de este último curso.

La puerta se abrió dejándonos ver a un chico de pelo marrón oscuro, ojos verdes y piel muy morena. Iba vestidos con unos pantalones rajados por la rodilla acompañado de una camiseta blanca y unos zapatos de deporte negros. Los suspiros femeninos comenzaron a notarse en la sala, incluso de Gina.

— Lo siento, es mi primer día y no conseguía encontrar la clase.

— Oh, tú debes ser Jace Wood. Que no vuelva a suceder, pasa — el chico dio un par de pasos al lado del profesor y miró a toda la clase, seguramente asustado. Ser nuevo debía de ser muy duro.

Lo que quedaba de clase se sumió en un silencio, lo cual era genial para Robert y algo incómodo y aburrido para mí.

* * *

El instituto estaba formado por dos edificios, ambos de dos plantas. El edificio 1 se encontraba en la primera planta la mayoría de departamentos de los profesores, conserjería, la cafetería y el comedor; en la segunda planta estaban las clases de primero, segundo y tercero de la ESO. En el edificio 2 estaban en la primera planta clases de cuarto de la ESO, la clase de tecnología e informática. Y ya, arriba estaban las clases de bachiller, aunque había veces en la que tomábamos clases en cualquiera de los dos edificios; era un caos. Todos los pasillos estaban decorados con numerosos casilleros donde la gran mayoría de alumnos guardaban los libros y libretas innecesarias. Había un cuarto de baño por cada planta. Lo que unía a ambos edificio era una pequeña "rampa" o "puente" en la segunda planta de cada edificio.

El recreo estaba dividido en tres partes, los más populares se situaban en las escaleras de la entrada al edificio 1, los emo se colocaban detrás del gimnasio para hacer dios sabe qué, y luego estábamos nosotros, que nos quedábamos en la pista al sol ligero. Aunque siempre había gente metida en los baños con teléfonos o, incluso fumando. Me dirigía junto a Gina a la pista, donde debajo de una canasta se encontraba Ben, aquel lugar era nuestro punto de encuentro.

— ¡Hola Ben! — dije animada, caminé un poco más rápido para llegar antes a él. Ben dirigió su mirada a nosotras y nos saludó con la mano amistosamente.

— Que hay.

— Ben, te presento a Gina, Gina — dirigí mi mirada a ella — este es mi amigo Ben.

— Hola — le saludó ella sonriente. Mi amigo le sonrió de nuevo y comenzamos a hablar sobre cualquier tema relacionado con este curso y lo "emocionante" que era, según Ben — tengo la esperanza de ganar este año el partido de fútbol.

— Eres muy malo jugando al fútbol Ben — le recordé bromeando, nunca había sido una de sus grandes aficiones, pero este año se había empeñado en ganarlo sin alguna razón coherente.

— Eso dímelo cuando tenga el trofeo colocado en mi cuarto — me contestó victorioso. Gina nos miraba divertida y casi no comentaba nada, se limitaba a reír a lo que Ben explicaba. El timbre sonó, nos despedimos y anduvimos cada uno a nuestra clase.

* * *

— ¿Salimos a alguna parte el jueves? — me preguntó Ben en la puerta de mi casa — Y hoy no me pongas escusas Mia, deberías estar menos tiempo en tu casa — sabía que se preocupaba por mí, se le notaba con tan sólo una mirada. No sabía qué decirle, nuevamente no tenía ganas de salir a ningún lado — Venga Mia, es la primera semana y no tenemos que hacer nada, vamos a disfrutarla — proclamó sonriente — vayamos al Pub de Jones. Hay karaoke, te encanta el karaoke. Y he escuchado que viene un buen chaval que sabe manejar muy bien las mezclas...

— Vale, de acuerdo — dije sin pensármelo mucho más, sonaba bastante bien y parecía divertido. Además, tampoco me vendrían nada mal estar unas horas fuera de casa — ¿A qué hora?

— A las nueve y media me acerco a por ti — me abrazó y me elevó hacia arriba levemente — No te arrepentirás, ya verás — al separase de mí, se subió a su moto y lanzó a mi dirección un beso. Fue a arrancar el motor pero paró, sus cejas se arquearon y me miró extrañado — ¿Qué es ese ruido?

Agudicé mi oído y miré mi casa extrañada, se escuchaba un fuerte estruendo junto a unos gritos de rabia, llantos... Pude notar cómo mi pecho se oprimía al temerme lo que estaba sucediendo. Rápidamente entré en mi casa y pude oír unos gritos y de lo que parecía ser el sonido de los platos rompiéndose, provenientes de la cocina. Solté mi maleta al lado de la puerta y corrí a la cocina, me encontré a mi madre llorando y arrasando con todo lo que le pillaba a mano, el suelo estaba repleto de trozos de cristal y porcelana.

— ¡Mamá!     

Siete ® H.SDonde viven las historias. Descúbrelo ahora