No dudé ni un segundo en correr hacia su dirección, a pesar del dolor y de la dificultad que conllevaba. Estaba vivo. Era la mayor alegría que me podía llevar en aquel momento. Él aún movía su cabeza de un lado a otro extrañado, buscándome con la única ayuda de su oído.
— Estoy aquí — le dije, una vez teniéndolo enfrente. Lo examiné de arriba a bajo, a simple vista no parecía estar herido; también tenía atadas las manos — ¿te encuentras bien?
— Sí, llevo aquí al menos una hora — me contestó, moviendo su cabeza levemente hacia los lados tratando así de situarme — He escuchado una explosión, ¿qué ha pasado?
— Siete nos tendió una trampa, colocó bombas en su propia casa y la ha tirado abajo.
— ¿Ha habido heridos?
— No estoy muy segura... — suspiré, ni siquiera sabía si Christian estaba vivo o no — Voy a colocarte mis manos sobre las tuyas, aguanta la tela y yo trataré de sacar mi mano — me situé justo como le había indicado, me tuve que poner de puntillas para que mis manos llegasen a la altura de las suyas. Agarró el trapo y yo, con toda la fuerza que tenía, levanté mi brazo derecho hacia arriba mientras que dibujaba un redondel imaginario con la muñeca, de esta manera me hacía hueco con la otra. Aunque conseguí sacarla, por el ímpetu con el que salió mi brazo hacia arriba, me tuve que encoger al momento por el dolor que me causo dicha acción en el costado.
— ¿Estás bien? — me preguntó, girándose al momento.
— Sí — dije, casi en un susurro. A duras penas, me levanté y le deshice el nudo de sus muñecas, acto seguido se desprendió de la venda que le cubría los ojos y me miró.
Se me quedó mirando por unos segundos, seguramente sin saber que hacer, por lo que tomé yo la decisión con antelación por él. Prácticamente me tiré sobre él, provocando que incluso se tropezase un poco hacia atrás, y le abracé con fuerza.
— Por un momento pensé que te había pasado algo.
Él seguía sin reaccionar, sus brazos seguían campantes, estirados hacia abajo. Pero no me importaba, porque estaba ahí y estaba bien. Estábamos bien.
Y fue entonces cuando sentí que sus brazos también me rodeaban, y noté aquella tranquilidad que sólo él me hacía sentir.
— Tenemos que irnos — me dijo, separándose de mí.
— Por aquí — le dije señalándole el camino de vuelta.
Pero todo era demasiado fácil, prácticamente me lo había entregado, y Siete no hacía regalos. Mientras que Harry me cogía de la mano y comenzaba a andar en la dirección en la que me habían traído hasta aquí, yo comencé a mirar hacia todos los lados intentando encontrar el truco. Pero no lo había, y a pesar de confirmarlo le hice a Harry caminar aún más rápido hacia los escombros que había dejado la explosión; algún coche tenía que quedar, alguien nos estará buscando.
— No te has ido — la voz de Harry interrumpió en mis pensamientos. Me quedé mirando al suelo, tratando de hacer más viable el andar por allí.
— Ayer por la noche hablé con tu padre, me convenció para que me quedase dos días más y lo pensara — le admití — al día siguiente Siete te había cogido. No me iba a ir mientras ella te tuviese.
— ¿Te irás ahora?
Me quedé sin respuesta, como siempre; no lo sabía. A pesar de que tuviese la inquietud y la conciencia de que Siete podría volver a por mí, sería más doloroso pensar todos los días, sin saberlo con certitud, que ha podido llevarse a Harry; y yo estuviese sin saberlo. Esa incertidumbre, ese constante estrés sería aún más insoportable.
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Siete ® H.S
FanfictionMia Mayer aún no es consciente de que deberá de enfrentarse a Siete, ella ahora está centrada en ayudar a su madre a superar su caída en una fuerte depresión por la trágica muerte de su marido, James Mayer. Pero Mia tiene planes, planes que serán...