18:30 pm
No quería ir, estaba muy segura de ello.
No tenía nada de ganas de salir de casa y menos para ir a un pub.
No quería dejar sola a mi madre.
Pero Ben me insistía y de nuevo tenía razón, no podía atarme a mi casa y a mi madre. Parte de mí sabía que esto no era lo más responsable y por supuesto no era lo que debía hacer. Pero, estaba segura que si optaba por quedarme en casa acabaría con la moral más baja más aún, si es que eso era realmente posible. Pensando un poco en mí, sí que necesitaba esto, desde que mi padre murió no había salido ni una vez.
Decidí llamar a una vecina de confianza, Alice, una mujer de unos cuarenta y cinco años aún soltera; la conocía desde que tenía uso de razón y la habíamos aceptado como una más de la familia. Incluso yo me había quedado en su casa numerables veces y más de una vez había asistido con nosotros a las cenas de navidad.
Le pedí que si de vez en cuando podría echarle un vistazo rápido a mi madre, que yo no tardaría mucho en llegar y que por cualquier cosa me llamase. Alice aceptó encantada, estando de acuerdo con Ben en que debía de despejarme un poco de todo. Y sin demorarme mucho más, subí a mi habitación a buscar algún conjunto que ponerme.
Ver a mi madre enloquecida de aquella manera, con sus ojos perdidos en algún lugar de la cocina, me había roto en pedazos. Pero, sin dudas, lo que más me había afectado era que dijese que "dejar ir significaba olvidar"; eso me había hecho reflexionar. ¿Y si yo realmente estaba olvidando a mi padre?
Y cuando menos me lo esperé, el timbre ya estaba sonando, miré ansiosa mi reloj comprobando que ya eran las nueve y media y que lo más seguro era que Ben estuviese en la puerta esperándome con una gran sonrisa. De la lata donde tenía algo dinero ahorrado cogí unos quince euros, ya que hasta pensaba traer de vuelta. Bajé las escaleras y cogí mí teléfono, guardando detrás de la funda el dinero y sin entretenerme más abrí la puerta.
— ¿Lista? — me sonrió Ben.
— Sí — le eché un último vistazo de preocupación a mi madre, la que se situaba en el sofá como habitualmente.
— Pues vámonos — dijo divertido.
* * *
Las luces de discoteca siempre me habían molestado en los ojos y esta vez inexplicablemente me fastidiaban aún más, supuse que sería por la faltad de costumbre. El Pub de Jones se caracterizaba mucho por esto, por las luces de todo tipos y colores y por la buena música, y que si eras menor y aparentabas más edad te vendían la copa sin preguntar; eso hacía que estuviese siempre lleno. Agarré a Ben por su camiseta y nos introdujimos entre la gran multitud en dirección a la barra, me encantaba cuando la música estaba tan alta que parecía que se te metía en el pecho y daba la sensación que ayudaba al corazón a acelerar sus pulsaciones; creía que es una de las maneras más reales de hacerte sentir viva. Conseguimos situarnos en la barra, suspiré aliviada y en un fallo intento de darme un poco de aire agitaba mi mano con rapidez, era increíble el calor que hacía en aquel lugar.
— Invito la primera ronda — me habló Ben sonriente — La primera de muchas.
— No intentes emborracharme — le avisé. Él sabía perfectamente el poco aguante que yo tenía con el alcohol.
— Tranquila, yo te protegeré.
Maldito sea Ben y maldita sea la hora en la que decidí tomar la sexta copa. Entre las risas y la música, la que ya era la quinta me había parecido la segunda. Una chica de uno o dos años menos que nosotros se acercó a Ben, el cual ya iba demasiado "a gusto" y le dijo si la invitaba a una copa, el aceptó y le pidió al camarero tres copas más, pero yo la eché para atrás al segundo, no iba permitirme seguir bebiendo.
Esto no estaba bien, necesitaba ir al baño. Sin decirle nada a mi amigo, me sumergí entre la gente y me metí en el baño de chicas; cerré la puerta y noté como ahora la música sonaba hueca, o quizás era yo la que estaba hueca en ese momento. Me coloqué frente al lavabo y encendí el agua, la puse lo más fría posible y me rocié el rostro por completo; noté como si me diesen un tortazo bien fuerte en la cara. Y entonces me sentí muy mal, me había comportado como una niñata. Miré mi móvil por si casualidad tenía alguna llamada perdida, pero no las había, lo que me supuso un gran alivio. Aún me sentía algo mareada y desorientada, me dispuse a encontrar a Ben y con toda la seguridad volví a la barra, pero allí no estaba. Un tremendo calor inundó mi cuerpo, así que me asenté a buscarlo por todo el pub pero no lo encontraba. Encontré una silla y la cogí rápidamente mirando a todo el mundo con ojos intimidantes para que nadie me la quitase. Me senté y coloqué el teléfono sobre la barra, haciendo dibujos extraños en mi patrón.
— Creo que alguien me ha robado mi silla — era una voz masculina y sonaba justo a mi lado. Giré un poco mi cabeza y me encontré a un chico sonriente. Tenía el pelo negro colocado hacia el lado, la piel morena y labios rosados; sus ojos eran muy raros, parecían marrones claros pero también verdes.
— Que yo sepa no tiene tu nombre — le contesté. Arqueé un poco mi cabeza, desde esta perspectiva sus ojos eran verdes, y con la cabeza recta eran de esa mezcla extraña. Estuve un rato haciendo ese movimiento de cabeza hasta que el chico me preguntó.
— ¿Qué estás haciendo?
— Tus ojos son muy extraños — le contesté sin más, coloqué mi cabeza bien y cerré los ojos, me había mareado.
— Veo que alguien se ha pasado con las copas — comentó obvio mientras se apoyaba en la barra.
— Ha sido culpa de Ben.
— ¿Quién es ese? ¿Tu novio? — formé una mueca de asco, ¿Ben y yo novios? Eso sería como salir con mi hermano.
— Dios, ¡no!
— Sólo era una pregunta — dijo mientras bebía un sorbo de su vaso — ¿Cómo te llamas?
— Mia, ¿tú?
— Harry.
— Encantada, Harry. Ahora si me disculpas, quiero encontrar a mi amigo.
— Te ayudaré — dijo, de un sorbo terminó su vaso y se encaminó junto a mí.
— No hace falta — le respondí incómoda por la extraña atención del chico.
— No era una pregunta — colocó su mano sobre mis hombros y nos adentramos, de nuevo, entre todo el barullo.
Me resultaba completamente embarazosa esta situación, estar con un chico que apenas conozco de esa manera, quizás sea estúpido para algunas personas pero para mí esto era algo inusual. No solía llamar la atención de los chicos, y menos si eran cómo este; guapos. Yo en lo único que pensaba era en encontrar a Ben de una vez y poder irme a casa.
Y al fin, en una esquina del pub, arrinconado junto a la chica de antes e encontraba mi amigo. "Ese es" le señale a Harry, ambos nos encaminamos hasta él, le tomé por un mechón de pelo y le eché hacia atrás. Mosqueado por haberle interrumpido, se giró y al verme frunció el ceño, sobre todo al ver el chico que estaba a mi lado.
— ¿Mia? ¿Qué pasa?
— Vámonos ya Ben, llevo un buen rato buscándote. Me duele todo... — Ben me miró dudoso, seguramente se lo estaría "pasando bien" y me habría odiado.
— Bueno, de acuerdo. Adiós — se despidió de la chica, la cual le miraba coqueta.
— ¿Nos veremos de nuevo? — me preguntó Harry separándose de mí.
— Si el unicornio lo desea, así será — alcé mi mano y me despedí con una leve sacudida, para que al momento de un tirón de brazo Ben me sacara del pub de Jones, dejando al pobre chico con una sonrisa con algo de incredulidad.
— ¿Quién era ese? — me preguntó mi amigo una vez ya fuera del pub.
— Un chico al que le gusta los arcoíris.
— Veo que te he dejado sola demasiado tiempo — rió Ben, luego me ayudó a colocarme el casco, para en unos segundos subir a la moto.
Lo demás lo recuerdo algo borroso, sé que llegué bien a casa, pero no recuerdo cómo es que acabé durmiendo en la bañera.
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Siete ® H.S
FanfictionMia Mayer aún no es consciente de que deberá de enfrentarse a Siete, ella ahora está centrada en ayudar a su madre a superar su caída en una fuerte depresión por la trágica muerte de su marido, James Mayer. Pero Mia tiene planes, planes que serán...