6:30 a.m.
Esta vez no fue el despertador quien interrumpió mi sueño, sino la luz que entraba por la ventana. Rápidamente tapé mis ojos con la almohada y suspiré con coraje; seguramente aun faltase bastante tiempo para ir al instituto. Y yo no era de las que se movían por una casa ajena como si de la suya se tratase. Por no objetar la incómoda situación en la que aún me sumergía junto a mi tío; ya que a parte de la molestia, me inspiraba cierta desconfianza. Así que decidí quedarme en mi habitación, abrazada a la almohada y con la mirada puesta en la nada, pensando en todo como solía hacer siempre. No sabía como, pero en momentos como aquel siempre acababa pensando en Harry, en Siete, en mi madre... o en cualquier otro tema que me estuviese sacudiendo en aquellos meses. A decir verdad, jamás podría haber imaginado que acabaría teniendo una vida como aquella; cuando me preguntaban sobre este año siempre había imaginado que sería un año de estudio, para prepararme para la universidad y poder salir de Woodside de una vez por todas. Nunca hubiese interpuesto mis estudios a cualquier otra cosa...en cambio, los había olvidado por completo.
Noté como mis labios se encontraban demasiado secos, realmente parecía como si me pidiesen a gritos un poco de agua. Pero, lo único que no quería era encontrarme con mi tío.
— No importa, estoy en la planta baja. La cocina la tengo prácticamente al lado — me convencí a mí misma en un susurro.
Sin querer pensármelo mucho más, me levanté de la cama y caminé a paso rápido y decidido hacia la cocina. Me paré en seco al ver a mi tío tomando una taza de café; eché un paso hacia atrás rezando para que no me hubiese visto, pero sus ojos se apartaron del café y se fijaron en mí.
— Buenos días — me dijo amablemente.
— Hola — le respondí con una sonrisa forzosa.
— ¿Cómo es que te has levantando tan temprano? — preguntó para entablar una conversación. Así era Charlie, le encantaba aparentar que todo iba bien cuando en realidad, se sabía de sobra que eso no era así.
— Tenía sed — una contestación seca por mi parte, pero supuse que no tenía nada más que decirle.
Él asintió levemente, y tomó un sorbo de su café. Me dirigí rápidamente a la nevera y apreté con el vaso la palanca del agua fría. Lo que tardó en llenarse el vaso me pareció una eternidad, y el silencio incómodo que nos encubría no ayudaba mucho.
— ¿Hace falta que te lleve al instituto? — negué con la cabeza mientras bebía — Bueno, pues yo me tengo que ir a trabajar, te veo después — volvió a sonreír y caminó hacia la puerta.
Bien, porque yo no tenía pensado ir ese día al instituto. Me iba a recorrer cada la casa de arriba a bajo, rebuscando en todos los rincones, en busca de algo que me incitase en que estaba metido o cuales eran sus conocimientos sobre Siete.
Nada más oír como la puerta se cerraba, solté el vaso sobre la encimera y me dispuse a buscar por todos los cajones que había en el salón. Aunque ahí no encontré más que cartas de facturas, alguna que otra postal de algún lugar perdido en el mundo y otras fotos de paisajes. Me dirigí entonces hacia su habitación, la cual era un completo desastre; toda su ropa se encontraba desperdigada sobre la cama, y creí que todos sus pares de zapatos los tenía de una manera muy desordenada debajo de la misma cama.
No tardé mucho más en reaccionar para ponerme a indagar en su mesita de noche, donde encontré un par de pastillas para dormir, bolígrafos, folios en blanco y una foto de mi madre. Tomé la foto entre mis manos y la miré bien, ¿cuánto realmente quería mi tío a mi madre? No lo sabía, siempre había creído que su relación era de las mejores; pero poco a poco me fui dando cuenta de algunos detalles que provocaban que esa pregunta me resultase un tanto dudosa de responder. La coloqué de nuevo en el cajón, y antes de volverlo a cerrar, pasé la palma de mi mano por la madera de este como último repaso. Mi sorpresa fue topar con un objeto pegado al techo del cajón, el cual estaba pegado con celo. De un fuerte tirón, lo arranqué; era una grabadora. Miré a ambos de sus lados, por si casualidad tenía algo escrito; un título o cualquier otra cosa que me diese una pista de que pudiese ir la grabación. Al no haber nada, no me lo pensé mucho más y pulsé el botón de "play".
" Día 25. Investigación 1994"
Era, claramente, la voz de mi tío Charlie.
"He de decir que cada día me cuesta más sobrellevar las mentiras. El papeleo de noche acaba conmigo, y este caso también. Entre que no tenemos apenas pistas y Mia siempre está de por medio...todo se me acaba complicando más. Lo último que pudimos saber sobre Siete fue que el cáncer lo tiene casi al 100% consumido; pero tanto yo como todo el equipo le tememos al sucesor. Por lo que se dice ya ha actuado un par de veces... y tiene toda pinta de que va a seguir los mismos pasos despiadados que el actual Siete — toma un largo suspiro — Y encima, mi hermana hospitalizada. Siempre creí que acabaría recuperándose por si sola, siempre ha sido muy fuerte...todo por culpa de James. Hasta muerto tenía que estar jodiendo a los demás, como siempre hacía".
Tuve que para la grabación, porque no podía asimilar lo que acababa de oír. Hacía ya semanas que tenía a mi tío por un sospechoso, pero siempre tuve la esperanza de que no lo fuera. Por mínima que fuera, pero la tenía. Y en un momento se habían esfumado todas. Rebobiné un poco la cinta para oír nuevamente aquel párrafo. Había mencionado un "equipo", ¿quería decir eso que estaba investigando con mucha gente a Siete?
Lo sabía todo, es más, seguía cada paso que yo daba.
Algo que si que no me esperaba era la manera en la que se refirió a mi padre, diciendo que hasta muerto andaba jodiendo. Me pareció algo de lo más inusual en mi tío y por supuesto una gran falta de respeto hacia él, lo que hizo que me enfadase más de lo que podría estar ya en ese momento. Lo único que quería hacer era ir allá donde estuviese Charlie y gritarle lo estúpido que era y cuanto lo odiaba en aquel momento; por haberme tenido engañada durante tanto tiempo...por todo.
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Siete ® H.S
FanfictionMia Mayer aún no es consciente de que deberá de enfrentarse a Siete, ella ahora está centrada en ayudar a su madre a superar su caída en una fuerte depresión por la trágica muerte de su marido, James Mayer. Pero Mia tiene planes, planes que serán...