Capitulo 32

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El cielo estaba de color gris, y a lo lejos se podía ver como se acercaban cada vez más unas nubes negras; la tormenta llegaría en cualquier momento.

Me encontraba sentada en primera fila, con las piernas cruzadas y con la mano de mi madre entrelazada a la mía. Tuve que aguantar las lágrimas, porque sabía que si ella me viese llorar, todo sería mucho peor. Se acercaba el momento en el que tendría que caminar hacia su ataúd a colocarle una rosa blanca sobre el pecho, tuve que armarme de valor. Todo el mundo me miraba expectante, observando cada paso que daba. Apreté con fuerza el pequeño tallo con ambas manos, como si esto me diese las fuerzas que necesitaba en ese entonces. Me levanté de la silla, consciente de que todo mi cuerpo estaba temblando, y di el primer paso. "Todo va a estar bien" me intentaba convencer a mi misma mientras caminaba, aunque sabía que no era así. Pero, todo dentro de mí se derrumbó al verle allí metido. Sus ojos estaban cerrados de una forma relajada, estaba vestido con su traje negro al completo, con sus dos manos cruzadas sobre su pecho. Volví a coger aire, apretaba mis dientes con fuerza evitando un sollozo. Aún no podía creerlo, no lo entendía; no comprendía por qué debería de dejar de latir el corazón, y no sabía como un segundo puede arrebatar una vida entera.

Coloqué la rosa junto a las demás.

Adiós, papá.

09:15 a.m.

— ¿Mia? ¿Estás bien? — la voz de Harry se introdujo en mi sueño y provocó que abriese los ojos de inmediato. Me miraba preocupado, tenía sus dos brazos apoyados sobre el filo de mi cama.

— Sí, no te preocupes. Sólo ha sido una pesadilla.

— ¿Quieres hablar de ello?

— No, no es necesario — él asintió y se acercó a mí para posicionar un beso en mi mejilla — Me dijo el médico que no te despertase, que necesitabas descansar. También me ha dicho que ya puedes irte a tu casa.

— Genial, tengo la necesidad de cambiarme de ropa — estiré mis brazos y me reacomodé en el colchón. De repente, la imagen de mi madre pasó por mi cabeza, y proseguidamente la de mi tío. Me daba miedo a lo que tendría que afrontar al llegar a casa — Mejor no.

— ¿Qué? ¿Te lo has pensado? — rió mientras se sentaba en el sillón. Me erguí al momento y le miré de manera incrédula.

— Mi tío, me va a matar.

— No tiene por qué darse cuenta, a ver, simplemente no hagas movimientos bruscos delante de él y ya está.

— Ya, eso sí. El problema es cuando comience con sus preguntas de dónde he estado y qué he hecho.

— Supuestamente Ben ya te ha cubierto en cierta parte con eso, ¿no?

Mirándolo desde su perspectiva, sí. Quizás no tenía de que preocuparme. Entonces llamaron a la puerta y pasó el doctor para decirme los pasos que debía de seguir para curarme bien la herida y para darme la despedida.

Después de volver a colocarme la ropa del día anterior, Harryse ofreció a llevarme en su auto hasta mi casa. Con cada paso que daba podía notar la tirantez que sentía mi piel, los puntos en aquella parte de mi abdomen era bastante molesto y en lo único que podía pensar era como iba a poder disimular esto. Como iba a poder dar un paso sin tener porque cerrar mis ojos para aguantar un quejido.

El motor comenzó a rugir y nos pusimos en marcha hacia mi casa, estar sentada en aquel asiento me provocaba miles de escalofríos por todas partes, si cerraba los ojos podía llevarme a aquella pesadilla; como si la volviese a vivir tantas veces como quisiera. Sacudí un poco mi cabeza haciendo el intento de expulsar todos esos malos recuerdos de mi cabeza. Hice un pequeño empeño en moverme un poco para poder prender la radio, pero me era imposible. Sentía como si, literalmente, mi estómago se fuese a abrir. Harryal ver mi intención, la encendió por mí y; por el resto del camino me dediqué a observar por la ventana intentando esquivar la alusión de la noche anterior.

Llegó un momento en el que las calles comenzaban a sonarme y, cuando menos me di cuenta, ya me encontraba enfrente de lo que llamaba hogar mientras que me mantenía en la misma posición que antes. No quería bajar, o mas bien no lo lograba. Harryse bajó del coche y dio la vuelta para ayudarme a salir. Y paso por paso me acercaba a la puerta principal, notando como incluso se me aceleraba el pulso debido a mis nervios. Creí que jamás había notado lo lejos que se encontraba la acera del portal, llamé a la puerta y me erguí un poco más a pesar de notar aquel mal estar. Estaba preparada para ver a mi tío, es más, ya tenía la sonrisa sobre el rostro cuando, al abrir la puerta, me quedé desconcertada. Para eso si que no estaba preparada.

— ¿Mamá? — Harry me miró de reojo, notando como mi cuerpo se tensó mucho más al verla.

Se había cambiado de ropa, se había puesto unos vaqueros y una camiseta básica negra, su pelo largo negro lo tenía recogido en una coleta. Aún se le notaban las ojeras debajo de sus ojos también negros, pero era absolutamente inconcebible.

— Mia, te he estado esperando.

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