Capítulo 63

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Me quedé paralizada, el corazón comenzó a latirme de una forma descontrolada y el bote de spray se me cayó al suelo. Haciendo que quien dormía se despertase de golpe, mientras que yo seguía en shock, mirando su cara sin poder creerlo. Me sonrió, estiró sus brazos y arqueó su columna, sin borrar aquella sonrisa.

— Vaya...¿fiesta de pijamas?

— ¿Cómo? — eché un paso hacia atrás, por el simple choque que me causó verla — N-no puede s-ser...

— ¿Balbuceas ahora? — soltó una carcajada seca, que retumbó en mis oídos de manera desagradable.

Gina se levantó de su cama y se agachó para tomar el spray que dejé caer un minuto atrás.

— ¿De verdad querías acabar conmigo con algo tan insignificante? Qué patético...

— ¿Por qué? — le susurré, porque no conseguía que la voz saliese de mi garganta, se quedaba trabucada, hecha un lío — ¿Por qué has hecho todo esto? — bufó, y en ese mismo momento lanzó el spray con fuerza contra la pared.

— Por la misma razón que lo has hecho tú — su respuesta hizo que me desconcertase aún más — Por mi padre.

— ¿Y qué tengo que ver yo con tu padre? — el shock que sentía hace apenas unos segundos desapareció, agradeciendo así poder moverme con más libertad y pudiendo hablar a su nivel.

— Si tu padre no pagó por lo que hizo, lo hace su descendiente. Es ley — sonrió. Se acercaba a mí a paso vacilante, mientras que tocaba su pelo de manera distraída. Un paso que daba ella, otro que daba yo hacia atrás.

— ¿Te parece poco que lo haya matado?

— Por supuesto — escupió con desprecio. Sus ojos verdes miraban con odio, con repugnancia incluso — Debería de haber sufrido tanto como tuvo que aguantar mi padre. Ese dolor que parece que nunca acaba — en un ágil movimiento, me cogió de las mejillas con una sola mano, apretándome con fuerza — y que te consume poco a poco — aparté su mano de un manotazo, y a pesar del dolor que me había dejado, mantuve la compostura — Y haciéndole sentir a su familia lo más inútiles del mundo; ya que ven como uno de ellos se desintegra y no pueden hacer nada por impedirlo.

— Cáncer — susurré.

— Exacto, la enfermedad que le causó tu padre al mío — ahí fue cuando pude ver el lado oscuro de Gina, el lado enloquecido y perturbado. Sus pupilas se movían de un lado hacia otro con rapidez, mientras que en su rostro se formaba una mueca de asco por mi familia.

— ¿Cómo va a causar mi padre una enfermedad como esa? Estás loca.

— ¡No me llames loca! — me gritó completamente desquiciada. Y me soltó un manotazo en la cara, cuando fui a defenderme se abalanzó sobre mí, haciéndome caer hacia atrás de un fuerte golpe y dejándome completamente en desventaja — No sabes cuanto tiempo llevo queriendo hacer esto — cerró su puño y lo estampó con fuerza sobre mi rostro.

Mi mente viajó al momento de las carreras. Volvía a suceder, mientras que Gina seguía golpeándome yo me encontraba en un estado neutral, en el que lo veía todo a cámara lenta y notaba como si estuviese sumergida en agua. Elevé mi pierna consiguiendo golpearle en la espalda, haciendo que por un momento cesase con los golpes. Estiré mi mano hacia atrás y cogí el cuchillo, se lo clavé en el muslo. Gritó, y en mi cabeza sonó un pitido sordo en mi oreja. La empujé y conseguí levantarme, la miré incrédula.

Tanto daño....tanto daño por una locura.

— Una persona no es capaz de producirle a otra una enfermedad, Gina.

Siete ® H.SDonde viven las historias. Descúbrelo ahora