Capítulo 37

89 3 0
                                    

            

10:00 a.m.

Vale, aquello ya no era normal. De mi herida salía una especie de "pus" y aún mantenía esa alta temperatura por todo mi cuerpo, y podría jurar que tenía fiebre. Necesitaba ir al medico.

Ya había hablado con Harry  y estaba de camino, le dije a mi madre que no me encontraba bien y que el me llevaría al hospital, ya que me había visto con mala cara. Y, raramente, no puso pegas. No paraba de repetir que le daba "cosa" que aquel chico tuviese que llevarme, pero yo no quería que ella perdiera sus citas con el psicólogo por nada; acabó aceptando inevitablemente.

Mi mal estar había empeorado por días, se me podía notar perfectamente en mi rostro, pero también en mi forma de ser. Se me había acabado la energía para todo, solo quería dormir para no tener que sentirme tan oprimida por mi herida.

Una vez que Harry  ya había llegado, me cargó en sus brazos hasta el coche. Me sentía demasiado mareada como para dar un solo paso. Supe cuan mal estaba cuando miré los ojos del chico, apenas podía mirarme y si lo hacía, podía notar como la preocupación y culpabilidad se hallaba en ellos.

— No es tu culpa — susurré, aunque fue la voz más fuerte que podía salir de mi garganta en aquel instante.

— Sólo quiero llegar ya al hospital — dijo, mientras me posicionaba en los asientos de atrás del coche — será mejor que te tumbes.

Asentí levemente con la cabeza. Los ojos se me cerraban como si realmente pesasen un quintal, notaba lo pesado que se me hacía respirar, y lo que costaba hacerlo; mi cabeza ardía como si la tuviese prendida en fuego. El cansancio que sentían mis manos y todo el resto de mi cuerpo. Lo mucho que dejaba de sentir cualquier dolor excepto el del abdomen; este era el único que me hacía mantener despierta y recordarme que aún estaba viva. Y entonces, a pesar de lo ardiente que estaba mi frente pude notar como Harry  la besó, y se sintió como el mayor de los tranquilizantes. Tenía ambas de sus manos colocadas sobre mi cara, y pude oír como decía: "Aguanta un poco más, por favor".  No tenía fuerzas, pero no sé de donde las saqué para que una de mis manos se posicionase sobre la suya. No sé que hubiese sido de mí sin él.

Harry  conducía lo más rápido que le permitía el auto, y llegó un momento en el que el dolor de mi abdomen no era lo suficientemente fuerte, o eso supuse. Porque no recuerdo más allá de aquel momento en el que sin querer, se me cerraron los ojos.

* * *

Mis ojos se abrieron de golpe, y de una manera bastante brusca. Lo primero que captaron fue el rostro desconocido de un hombre de mediana edad. Me sentía muy desconcertada, hasta que eché la vista hacia abajo y vi la camilla. Estaba, nuevamente, en un hospital.

— Buenas, Mia. Me alegro de que se haya despertado — no tenía voz, aún me sentía igual de cansada — tu herida se había infectado, de ahí venía esa fiebre tan alta. ¿Has tenido pesadillas con un hecho traumático? — asentí levemente con la cabeza — Bueno, eso es normal después de una herida de bala. ¿Has presenciado algún otro síntoma?

— Mareo — se escuchó una voz detrás del doctor. Este, se giró dejándome ver a Harry  sentado en un sillón, con sus don manos colocadas para aguantar su barbilla; se recompuso y se refregó los ojos. — Ha estado muy mareada, apenas podía mantenerse en pie.

— Bien — el hombre lo apuntó en su libreta y después colocó el bolígrafo sobre esta — Estaremos observándola durante lo largo de la tarde, ya le hemos inyectado un poco de morfina para que pudiese soportar el dolor, por lo que se sentirá un poco más cansada de lo normal. La herida está bien curada, creo que deberá notar la mejora. Si no tenemos ningún otro indicio, podrá irse hoy mismo — me sonrió, y proseguidamente se giró y salió por la puerta; dejándonos otra vez, solos.

— ¿Piensas seguir dándome sustos? — habló Harry  y giré mi cabeza para mirarle, dejándola nuevamente descansada sobre la almohada — Acabarás matándome de un disgusto.

Y nuevamente, noté como su meno cogía la mía. Y la apreté, tampoco tenía mucho más que decirle. Siempre le estaría agradecida por lo que estaba haciendo por mí, se estaba convirtiendo en el pilar fundamental que me sostenía en mi vida.

Nunca había tenido nada por lo que seguir, hasta que llegó él. Me había sentido sola demasiado tiempo, y en realidad me daba miedo no saber vivir sin él. Porque eso es lo que le pasó a mi madre con James, ella mismo me lo dijo: "Tu padre me enseñó lo que era vivir, sin él ahora no sé cómo hacerlo".

Quizás amar tanto a alguien no sea tan bueno. Pero es imposible no hacerlo, enamorarse es, quizás, como tirarse desde un precipicio. Caes y en un momento crees que estas flotando, pero entonces chocas inevitablemente contra el suelo.

Pero no quería pensar en el choque, al menos no aún, no mientras él siguiese cogiéndome de la mano.

Volví a dirigir mi mirada hacia él, seguía mirándome.

— Deja de mirarme así.

— ¿Así como?

— Como si fuera un cristal apunto de romperse — dije en apenas un suspiro. Todavía podía notar el cansancio, pero comenzaba a sentir algo más de fuerza — porque no lo soy.

— Vale, lo siento — sonrió levemente, entonces me soltó de la mano y pegó su espalda al sillón. Miró discretamente hacia la puerta — Veo que nos queda un buen rato aquí, y supongo que no querrás comer la comida del hospital.

— La verdad es que no — sonreí.

— Aquí enfrente hay un McDonald, voy y te traigo una buena hamburguesa — se levantó, me dio un beso y así de rápido desapareció por la puerta.

  Me resultó un poco extraño verlo "huir" de aquella manera, pero tampoco es que tuviese mucha cabeza en aquel momento para pararme a pensar en tonterías.

Después de haber pasado unos minutos, puedo oír a la perfección como sonaba el tono de llamada de mi teléfono. Moví mi cabeza de un lado a otro buscándolo lo más rápido posible, estaba sobre una pequeña mesa. Sin apenas tiempo para mirar quien llamaba, descolgué el teléfono.

— ¿Se puede saber cómo es que no sé nada de ti desde hace al menos cinco días? — la voz de Ben resonó en altavoz — No vas al instituto, y para colmo sale en el telediario lo del motel, que ocurrió "casualmente" la última noche que te vi.

— Lo siento Ben — es lo único que me salió decirle. Era verdad que me había olvidado por completo de él — Es una historia muy larga, y creo que no debería contártela por aquí.

— Y claro, si no te llamo yo no me ibas a llamar tú — me contestó cambiando de tema completamente.

— ¿Puedes relajarte un poco? Ya te dije que lo siento.

— A veces no es suficiente con un " lo siento" Mia. Siempre tengo que estar encima de ti como si fuese tu maldito padre — eso cayó sobre mí como una jarra de agua fría. Y él también se dio cuenta de lo que dijo, pues el silencio inundó dicha línea — Lo siento, no tenía que haber dicho eso.

— No importa — suspiré, no quería más peleas tontas con él. Ya había tenido suficientes — Mira, no es un buen momento para hablar, ¿sí? Te prometo que te llamaré pronto.

— Mia...

Pero colgué, si no quería acabar nuevamente enfadada con él era lo mejor que podía hacer. Dejé el teléfono sobre la cama y me llevé las manos a la cara. Las cosas no hacían más que religarse, cuando aún no había desatado más de un cabo. El móvil volvió a sonar, y temiendo que fuese Ben, lo cogí y de un suspiro algo eufórico solté:

— Te dije que te llamaría, Ben — unas risotadas secas, que te hacían erizar la piel, resonaron desde el otro lado de la línea. Mi cuerpo se irguió al momento, mientras que mis labios se fruncieron lo máximo posible.

— Te estoy viendo — era una voz masculina completamente áspera. Miré a ambos lados de mi habitación, la ventana solo daba vistas a otras salas del hospital, por lo que podría estar en cualquiera de ellas, viéndome. Me sentí completamente expuesta a él — No intentes averiguar donde estoy, tranquila, no me vas a ver, ni tampoco me verás.

Siete ® H.SDonde viven las historias. Descúbrelo ahora