Capítulo 36

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Dos lágrimas recorrieron mis mejillas, dejándolas húmedas. Y, posiblemente no serían las últimas. Acababa de descubrir el, quizás, porque mi padre había sido asesinado; había robado dinero y denunciado a aquel macabra. Y posiblemente por eso aún venía a por mí Siete, para completar su venganza contra los Mayer.

Ni siquiera podía respirar con fuerza debido a mi herida.

Despegué mi mirada del papel para mirar a mi tío, el cual mantenía su mirada confusa en alguna parte del suelo.

— Esto no justifica aún que es lo que haces tú aquí — me mantuve en mi sitio, intentando así desviar mis lágrimas para otro momento.

— Es muy pronto para saberlo.

— No me importa. Se supone que tu estabas nuevamente en tu país, no sé que haces nuevamente aquí — miré hacia otro lado, intentando aguantar mis ganas de gritarle y volverme, prácticamente loca.

— No te lo puedo contar ahora, Mia — su voz era tan serena y seria que me daba escalofríos. No parecía el mismo, de un momento a otro se había vuelto completamente frío, como si no tuviese sentimientos.

— ¿Por qué te has puesto así de repente?

— ¿Así como?

— Tan vacío — le respondí con un suspiro.

— No puedo ser de otra manera en este momento.

— Podías ser un poco comprensivo; acabo de leer una maldita carta de mi padre explicando por qué murió — dije, con la sensación de que las palabras acabarían rajándome por la mitad.

— No sabes si murió por eso.

— ¿¡Quieres dejar de estar así!? — mi tono de voz subió, pero es que realmente alteraba mis nervios, porque no le comprendía. No entendía a que venía ese cambio de actitud tan repentino. Se quedó completamente callado, observándome de arriba a abajo. Y entonces sentí esa mirada que te atravesaba por completo, esas miradas que son capaces de matar.

Sabía de sobra como era Charlie, y si él me decía un "no" no habría otra respuesta. Y sabía que no me lo iba a contar, al menos no ahora.

— Vale — terminé por decirle — no me cuentes nada. Pero vete de mi casa.

Y sin decir ni una palabra, sin echar una mirada y sin hacer ningún tipo de gesto, se dio media vuelta y se marchó. Se marchó dejándome completamente desgarrada, sin comprender nada.

De un minuto para otro, mi tío había pasado a de ser alguien al cual creía conocer, a alguien de m familia más cercana; a un cabal desconocido.

Ahora me surgían todo tipo de preguntas, y sobre todo dudas. Ya no sabía con certeza qué pensar sobre él. Quizás sabía demasiado, quizás conocía a Siete o, quizás no. Quizás no sabía nada, o casi nada.

Pero entonces, ¿por qué se habría comportado de aquella manera tan ruin y despreciable? Eso era lo que no acababa de encajar en mi cabeza, esa actitud tan benevolente...como si yo hubiese tenido la culpa de algo.

Entonces en mi mente se formó una afirmación que dolía en el pecho.

¿Y si yo hubiese tenido la culpa realmente? ¿Y si hubiese hecho algo que había provocado aquel accidente?

Volví a echar la vista sobre la carta; no tendría sentido que fuese por mí. Cuando él robó el dinero ni siquiera había nacido yo, bueno eso si realmente aquella era la causa de su muerte. Lo único que le pedí es que me llevase a casa de una amiga un poco antes de tiempo...

Siete ® H.SDonde viven las historias. Descúbrelo ahora