Capítulo 54

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No me dio tiempo a gritar cuando mis piernas empezaron a correr. No sabía a donde corría, ni que estaba haciendo. Pero comencé a correr más rápido cuando oí un: "¡Se escapa!" y un derrape de ruedas.

Volvía a tener a un coche comiéndome los talones, pero esta vez sabía que no tendría la suerte que tuve en su momento. Y esto es porque, uno de los dos hombres saltó de la parte trasera del coche, y no más de dos segundos de caer al suelo, comenzó a correr en mi dirección. Todas las alertas de mi cuerpo se activaron y entré en pánico. Comencé a correr hacia ninguna parte, pero no podía parar de mirar hacia atrás y ver como aquel hombre se me echaba encima. Supe que estaba perdida cuando comenzó a disparar, y grité mientras que hacía el tonto intento de cubrirme con mis brazos la cabeza. No podía hacer más que correr, caí al suelo cuando aquel hombre se tiró sobre mí, cayendo ambos al suelo de un fuerte golpe.

Se colocó encima de mí, mientras que yo pataleaba y gritaba. Su puño chocó con fuerza sobre mi rostro, dándole los segundos suficientes como para posicionar sus manos sobre mi cuello.

Estaba acabada.

De una manera inconsciente, mis manos se posicionaron sobre las suyas intentando separar sus dedos de mi garganta, pero estaba claro que su fuerza doblaba la mía. Noté como el pecho se me encogía al no poder respirar, y esa presión sobre mi cuello acabaría matándome. Ni siquiera podía hacer el intento de tragar, y cada vez hacía más fuerza y yo tenía la terrible sensación de que mi cuello se estrechaba.

Me ahogaba, no podía quitármelo de encima. Las fuerzas se me agotaban y no podía ni elevar mis piernas. Abría la boca intentando dar una bocanada de aire, pero lo único que hacia esto era que cada vez notara más presión sobre mi garganta. Y, no sé como, el hombre dejó de hacer presión y cayó hacia delante. No esperé ni un segundo, me levanté y volví a correr.

Había perdido de vista el auto, pero tenía la sensación de que estaba detrás mía.

Me fijé en el bullicio, por un momento pensé en mezclarme entre ellos. Pero lo único que conseguiría sería que atropellasen a gente inocente. Por lo que comencé a correr hacia el callejón, ya que era imposible que aquel coche cupiese por ahí.

Con el corazón acelerado y una gran fatiga atascada en mi garganta, conseguí llegar hasta el callejón en apenas un minuto. Pero mis piernas no se paraban, seguían corriendo hacia alguna parte controladas por el miedo.

— ¡Mia para!

Travis; reconocería su voz en cualquier lugar. Pero no paré, porque no podía. Hasta que no noté sus brazos alrededor de mi estómago. Mis ojos se abrieron de par en par y mis manos comenzaron a temblar frenéticamente. Al pararme en seco, me hizo notar aún aquella presión ejercida sobre mi cuello, por lo que me lo tocaba con mis manos de una manera descontrolada; aún sentía las manos de él, y no conseguía arrancar aquella alucinación.

— Soy yo, cálmate.

— Vienen — dije en apenas un susurro. Me di la vuelta quedándome frente a él, mirando hacia atrás desquiciada, pensando que el coche rompería los muros en cualquier momento — sácame de aquí — suplicaba.

— Respira Mia.

— Llama a Harry, por favor. Llámale — le pedía a suplicas mientras se quebraba mi voz. Me derrumbaba por completo, notaba como si tuviese piedras en las manos, que me provocaba aquella sensación de pesadez sobre mis hombros, que en cuestión de segundos invadió mi cuerpo al completo — Por favor... — ni siquiera pude enfocar mi vista sobre él, para ver si realmente cogía el móvil o no.

— Harry soy Travis, en el tercer callejón a la izquierda del llano. Estoy con ella.

Seguía con el cuerpo en estado de shock, sentada en el suelo sin fuerzas, con mis manos lacias tocando mi cuello suavemente; y apoyada sobre Travis.

Deseando que apareciese él.

No sabía en qué momento me había metido en aquel lugar, no sabía cómo había llegado tan lejos. Noté como mis ojos escocían, queriendo romper en llanto.

— Esto no va a acabar nunca.

— Mia...

— No van a parar hasta matarme, ¿verdad? — dije en un murmullo de voz aguda.

— Yo...

Y no hablé más, porque las palabras no me salían. Oía como decía algo, pero se escuchaba como un eco en mi cabeza. Me apoyé sobre su hombro y respiré profundamente haciendo el intento de calmarme.

Tenía una punzada en mi estómago y la cabeza me daba vueltas, por no mencionar lo agotada que me sentía. Estaba apunto de cerrar los ojos cuando oí su voz.

—¿Mia?

Me incorporé en el momento y extendí mis brazos hacia él, sin siquiera saber con exactitud dónde se encontraba. No tarde en notar como me apretaba él con sus brazos. Arrugué mis cejas e, inevitablemente, comencé a llorar.

— No me dejes — le dije entre el llanto.

— Lo siento tanto — susurró — Vámonos de aquí — besó mi mejilla.

Pero no podía moverme del sitio.

— Harry no me... — pero no me dio tiempo a acabar la frase cuando mi cuerpo se desplomó por completo.

Lo último que escuché fue a Harry gritando "papá", y unos pasos apresurados corriendo hacia mí.

Después, todo se volvió negro. 

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